1. Con mi madrastra


    Fecha: 23/09/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... con una linda bata que le llegaba a los chamorros, pero con un generoso escote que me dejó ver casi todos sus voluminosos pechos. Yo aún dormía, eran las ocho de la mañana, cuando ella me dio un beso en la mejilla y, con voz muy suave, me dijo: "Felicidades, dormilón". Me desperté y me puse de pie en la cama, ella me entregó un paquete envuelto para regalo, que mi padre había dejado desde antes de irse al viaje. Eran las llaves de una cuatrimoto que yo le había pedido dos años atrás. Viendo mi cara de decepción, Elizabeth me cuestionó: ¿No te gustó, verdad? ¿Qué querías? Un coche, le contesté, aunque fuera un miniauto y de modelo no nuevo, le dije. ¿Y con qué te alegraría el día?, me contestó. Con nada, no pasa nada le dije y ella me abrazó. Pero esta vez sentí su acercamiento de una manera distinta. Separó su cara de mí, se me quedó viendo directamente a los ojos y me dio un ligero beso en la boca. Yo me quedé pasmado, situación que ella aprovechó para darme otro beso y esta vez me hizo abrir los labios y me metió la lengua que comenzó a juguetear con la mía. ¡Qué sensación más deliciosa! Y no porque nunca antes hubiera dado un beso a alguna chica, sino porque Elizabeth le ponía la experiencia de una mujer mayor a las chiquillas con las que yo había tenido mis primeros flirteos. Sin poder salir de mi sorpresa, solo atiné a abrazarla y devolver sus caricias. Ella me acariciaba la espalda y yo hacía lo mismo, hasta que ella misma guió mis manos hacia sus pechos, deliciosos, ...
    ... con un par de pezones pequeños, pero muy duros. Me hizo inclinar mi cabeza para mamarle las tetillas. Sus quejidos en lugar de asustarme, me excitaban más aún hasta que ella sintió que mi verga tocaba su estómago. ¿Ya estás listo?, me dijo y sin agregar más, me bajó el pantaloncillo que uso de pijama y tomó mi aparato con sus dos manos. Debo aclararles que mi verga no es ni más grande ni más pequeña, mide 7.5 pulgadas y sí está más gruesa que las de algunos compañeros a los que les he visto las suyas cuando acudimos al mingitorio. Me bajó el prepucio y puso su lengua en el glande, provocándome escalofríos que nunca antes había sentido. Al mismo tiempo, me daba masajeen todo el aparato, con una de sus manos subiendo y bajando de la punta hasta el tronco. No tardé dos minutos cuando ya le había llenado su garganta con mi semen que salió en tales cantidades como nunca imaginé que mis testículos pudieran producir. Era tanta la leche que le había lanzado, que no pudo tragársela toda. ¿Te habían hecho esto antes?, me preguntó. ¡Jamás!, le confesé. ¿Me estás diciendo que eres virgen?, volvió a cuestionarme y sin esperar respuesta me acostó en la cama, boca arriba y comenzó a besarme por todo el cuerpo, de tal manera que en pocos segundos mi verga volvió a engarrotarse. Repitió ella sus besos en mi falo hasta que se dio cuenta de que no podía ponerse más grande ni más dura. Se sentó a horcajadas sobre mí y con una mano en mi pecho, utilizó la otra para tomar mi verga y colocársela en ...