1. Lo que pasará


    Fecha: 25/09/2018, Categorías: Dominación Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... muchas de esas nociones no son más que sistemas de control que nos imponen, porque a la sociedad le conviene que seamos seres neuróticos y alienados. La tristeza nos hace consumistas para tratar de llenar nuestros huecos existenciales con productos, políticas y religiones caducas que nada importan para los libertinos libres. Sin embargo, tampoco te estoy diciendo que abandones esas nociones, simplemente que las olvides cuando estés dentro de esta habitación, conmigo. Esto es una válvula de escape que yo necesito y creo que tú también. —Esto no provoca paz, provoca violencia. —La paz que nos venden es violencia disfrazada, todos los que no entran en esos sistemas de control, son enemigos públicos. Si no estás con ellos, estás contra ellos. La única paz que existe es la paz interna, además… —Detente, no quiero alegar más. Por alguna extraña razón siempre logras calentarme. —No aleguemos más. Quítate la gabardina. Tú te quitarás la gabardina y yo contemplaré tus hermosos pechos. Los pezones pequeños y aerodinámicos, rosáceos y tiernos. Te ordenaré que abras tus piernas y veré tus muslos, deliciosos y carnosos, dulces y límpidos. Ordenaré que acaricies tus senos, grandes y perfectos, los tomarás con tus manos y harás masajes pequeños, hipnóticos, con ligeros pero poderosos agarres a tus pezones erectos. No mentías cuando decías que estabas caliente, tus pezones estarán durísimos y excitado, pequeñas ambrosías para cualquier pupila despierta como la mía. —¿Así te gusta? —Me ...
    ... encantan tus pechos. —Mira cómo los aprieto para ti, están ansiosos de tu lengua. —Agítalos más, golpéalos un poco. Lo harás, golpearás tus pechos. Después te ordenaré que me enseñes tu culo, un poco más pequeño y compacto, tus nalgas apenas marcadas, suaves y endemoniadas. Por encima de tus bragas observaré la delicadeza de los trazos, la arquitectura de tu precioso culo. Coqueta y altiva bajarás un poquito tus bragas de encaje negro, para dejarme ver parte de la rayita, ese ecuador que divide un mundo de otro. Te ordenaré que así te recuestes, boca abajo, poniendo una almohada debajo de tu pubis y friccionándolo hasta que te mojes completamente. Lo harás. Después te ordenaré que te sientes en la orilla de la cama de nuevo y comiences a masturbarte. Lo harás, mostrándome, obscena y divina, tus dedos recorriendo tu vulva, apretando tu clítoris, dentro de tu vagina, tus dedos rápidos y certeros, moviéndose elípticamente. Me mostrarás tus dedos mojados y tu boca a medio abrir, esa boca que reconozco como símbolo de orgasmos interminables, tus ojos cerrados, tus gemidos, reconoceré tu excitación y te ordenaré que te acuestes para que tu orgasmo sea más potente, arquearás tu espalda, gemirás más fuerte, por encima de la música y tendrás un orgasmo placentero. Te ordenaré que te hinques a la orilla de la cama y que pongas tu cara sobre el edredón. Poniendo tus manos también sobre la cobija, ya sabes lo que viene, me comentas que no te golpeé muy fuerte porque tu pareja comienza a ...