1. Mari Carmen, una madre muy ardiente.


    Fecha: 05/10/2018, Categorías: Incesto Autor: hagen2012, Fuente: SexoSinTabues

    ... nada duro entre las piernas. Abochornada por lo que acaba de decir, Mari Carmen esconde la cara entre las manos y comienza a sollozar. Sus lágrimas se deslizan por sus mejillas y recorren su cuello, hasta quedar sumergidas en el valle que separa sus pechos. La mujer se mira de nuevo en el espejo. -Oh, no- susurra – Otra vez , no. Pero sabe que resistirse es inútil. Nota el calor en su entrepierna, siente el deseo que la domina, un deseo largamente postergado, durante muchos días, esperando justo este momento, el momento de su soledad absoluta en la casa. Despacio, muy despacio, Mari Carmen comienza a desabrocharse la blusa. Y este solo hecho basta para que el calor de su bajo vientre aumente, y el deseo se asome a su boca, y un gemido escapa de sus labios: -Ahhh…- la blusa cae al suelo, casi sin que ella se de cuenta de que se la ha quitado. Sus generosos pechos, cubiertos por un sujetador amplio y negro, quedan a la vista. Mari Carmen se mira a conciencia en el espejo y decide que tiene unas buenas tetas. Y es verdad que las tiene. Tiene unas tetas grandes y jugosas, algo flácidas y caídas hacia abajo, pero hermosas y atractivas. Sin pensarlo mucho, se desabrocha el sujetador, lo tira al suelo y sus grandes melones quedan al aire. -Si…son…son bonitas…- susurra Mari Carmen, acariciándose las tetas, mirándose al espejo. Sus dedos juguetean con sus pezones, los pellizcan sin compasión. Pronto, los tiene como piedras, duros y erectos, unos grandes pezones sonrosados y bellos. ...
    ... -Sii…sii…ahhh…siii…tengo un buen par de tetas…¿Qué más quiere?¡Tengo unas buenas tetas, lo que todo hombre desea, unas buenas y grandes tetas a su entero servicio! Se deja caer hacia atrás, hasta quedar tumbada sobre la cama, media tumbada en realidad, con los pies todavía en el suelo. Está a un lado de la cama, pues ésta se encuentra frente a la puerta de la habitación; el espejo está en una pared lateral. Mari Carmen comienza a sollozar de nuevo, y con los sollozos, vienen los temores: "¿Será que mi marido tiene una aventura con otra?- piensa, aterrada. Lo ha pensado otras veces, docenas de veces, y cada vez que lo hace, le duele màs adentro y más profundo. -¡Por eso no me hace ya el amor, por eso está cansado de mí!" Continúa sollozando, pero por poco tiempo. El calor que siente en la entrepierna se va extendiendo por todo su cuerpo y sabe que no podrá detenerlo. -Aahhh…- vuelve a gemir Mari Carmen, tumbada sobre la cama, desnuda de cintura para arriba. Sus manos recorren el blando espacio de su estómago, un estómago que no es plano precisamente, sino que muestra una evidente aunque no abundante capa de grasa. Sus dedos se deslizan hacia más abajo, hasta llegar al borde de la falda. La tienta la idea de levantarse e irse corriendo de allí, a un lugar dónde la pasión no la domine, pero no puede. Agarra la falda por la parte superior, duda un instante y luego, despacio, se la baja, empujándola con las manos, hasta dejársela arrollada en torno a las rodillas. -Mmmm- gime. A ...
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