1. Los demonios de Yahir, Cuentos de media noche II "La despedida"


    Fecha: 25/10/2018, Categorías: Incesto Autor: Diosdelagua, Fuente: SexoSinTabues

    ... asentí a su indicación, él se puso el condón en su pene, me explico que era especial porque se calentaba, era placentero y seguro, Eduardo abrió un poco mis piernas pero no tanto como para lastimarme iba a ser muy tierno y cuidadoso, puso su miembro en las puertas de mi ano y comenzó a empujar. Yo suspire y apreté mi colchón por lo que estaba sintiendo, al parecer nunca me iba acostumbrar a tener un miembro dentro de mí porque siempre parecía mi primera vez, siempre sentía esa presión cuando Eduardo me penetraba, sentía esa electricidad en mi cuerpo que me inundaba desde la cabeza hasta los pies haciéndome querer gritar. Una vez adentro se quedó quieto para poder verme necesitaba levantarse un poco por la diferencia de estaturas, me mordía los labios al sentir eso entre mis piernas, otra vez iba a ser de Eduardo, una vez más me iba a entregar a él. Alcé mis manos para poder tocar sus pectorales, eran tan definidos y fuertes que ya eran mi almohada, sin decir nada comenzó a moverse un poco hacia el frente, el placer volvió a inundarme, seguía con un ritmo lento haciéndome suspirar y decir su nombre casi susurrando, Cerré mis ojos por la sensación en mi colita. Ese plástico que Lalo se había puesto comenzaba hacerme cosquillas por dentro haciéndome temblar, él con sus manos tomo mis piernas y las jalo hacia el haciendo más profunda la penetración, ambos cerrábamos nuestros ojos para simplemente demostrar lo que sentíamos en gemidos y en suspiros, puse mis manos a los costados ...
    ... y el las tomo para después besarme en los labios, poco a poco fue aumentando sus envestidas pero sin llegar a ser salvaje. El plástico comenzó a calentarse y a darme un hormigueo desde adentro, Lalo solo decía mi nombre y yo el suyo mientras pegábamos nuestros cuerpos, después de unos minutos saco su miembro de entre mis piernas sin hablar, de pronto de sentó en el espaldar de la cama y me indico que me sentara como la primera vez que lo hicimos en mi habitación en plena oscuridad, me tomo de las manos y yo me senté en su barra, volví a gemir mientras su pene se habría paso en mi ano causándome esa presión que tanto me gustaba que había dejado de lastimarme para convertirse en mi adicción, poco a poco me fui moviendo mientras hundía mi cara en su pecho, dándole pequeñas mordidas y a veces respirando cerca de su nuca. — Podría hacerte mío hasta que ya no quede más de ti o hasta morir, Pero moriría haciéndote feliz— Dijo Lalo mirándome a los ojos haciéndome soltar una lagrima — Y yo podría hacer esto todo los días de mi vida, aunque no volviera caminar nunca— Respondí mientras lo volví a besar, me movía lentamente en su pene aumentando la electricidad en mi interior, él estaba llegando justo a mi punto G porque estaba peor que nunca, esa lentitud era terriblemente placentera mientras mis suspiros me hacían sudar frio y me moría por comerme a Eduardo a mordidas, tal vez era su musculoso cuerpo o sus ojos verdes pero él era toda una adicción y lo tuve para mi muchos meses, meses ...
«12...456...»