1. Historia del chip 024 - A flor de piel - Kim 010


    Fecha: 26/10/2018, Categorías: Dominación Grandes Relatos, Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... siempre cumpliría con las instrucciones. Era difícil, pero había compensaciones. Se encontraba mejor si seguía los dictados de los demás. No sabía por qué. Mary soltó los paquetes. Tenía los dedos agarrotados. Kim quiso llevar la atención a otro lugar, humillada una vez más por su incapacidad para hacer las cosas de forma menos estentórea. Reaccionó como pudo. —Perdona, Mary. Tenía que haber esperado. ¿Qué has comprado? Mary ya se estaba quitando la gabardina. —Luego te lo enseñaré. Huelo a cebolla. Y estoy hambrienta. Pongo la calefacción, me cambio y cenamos. Cuando volvió del baño, Mary llevaba una de sus últimas adquisiciones. Era un pijama fino de terciopelo. Sus formas se adivinaban sin esfuerzo alguno. Se había puesto también unos calcetines de algodón. Kim no pudo evitar piropearla. —Estás preciosa—. Mary dio un giro completo a modo de agradecimiento. Cenaron con rapidez. Las dos mujeres deseaban ir a la cama, por distintas razones. Mary deseaba comprobar la reacción de su hermana al nuevo pijama y comprobar la suavidad de la piel que tanto disfrutaba acariciando. Kim deseaba ser tocada y manoseada a cualquier precio. Se encaminaba hacia la cama cuando vio los paquetes. —Mary, ¿y lo que traías? —Pues es verdad. Ya no me acordaba. Son unas cositas para la cita de mañana. Espero que te queden bien. Sacó unos zapatos con un tacón de doce centímetros. Eran metálicos. Un agarre en el tobillo, otro en el dedo gordo del pie y una cinta metálica para terminar de sujetar ...
    ... delante. Era lo único que cubría el pie. Kim se lo puso y comprobó que realmente quedaba fijo. El dedo gordo quedaba atrapado sin llegar a ser lo único que soportaba el peso. La estrecha cadena colocada un poco antes de los dedos tenía también ese fin. Se colocó el otro zapato y se elevó. Por altura, era razonable. Su cuerpo recordaba la postura. Se quedó bien recta desplegando pechos y nalgas. Mary admiró el paisaje. —Te quedan perfectos. Sabía que te sentarían bien. Vamos con el vestido. Sacó una tela roja. Parecía pesada. Kim levantó los brazos por hábito. Mary rectificó. —No hace falta. Simplemente pon las manos en la nuca. Kim contempló como su hermana rodeaba la tela por encima de sus pechos desnudos. Con delicadeza abrió el vestido. Solo tenía tres botones brillantes y dorados en el lado izquierdo. La tela no llegaba a cubrir todo el lateral. Kim no se imaginaba como se iba a sujetar. Mary masculló. —Olvidaba las tiras metálicas. Sujeta un momento. Mientras Kim retiraba las manos de la nuca y trataba de que el vestido no se cayera, Mary revolvía en la bolsa hasta encontrar lo que buscaba. Resultaron ser tres tiras metálicas sospechosamente parecidas a las que Kim llevaba en los zapatos. Terminaban en unas pinzas que servían para sujetar la tela. Mary acabó de colocarle todo en su sitio y cuando acabó Kim se sintió comprimida y asfixiada. Fue a verse al espejo del baño. El vestido estaba tan ajustado que le costaba respirar. Los botones de la izquierda eran sólo de ...
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