La Frontera
Fecha: 12/10/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... lentes, se los puso, hizo un pequeño movimiento para acomodarse en el sofá, (instante que yo aproveche para mover el límite de su falda algunos milímetros más arriba), posó una de sus manos sobre la mía e inmediatamente se cruzó de piernas atrapando ambas manos entre sus muslos. Su mirada, ya más relajada, la fijó en el televisor. Yo estaba tieso, inmóvil, atónito. Nunca en mi vida imaginé vivir una situación como esta. En el transcurso de mis 18 años de existencia jamás había sentido atracción sexual alguna hacia ella. Nunca constituyó para mí objeto de deseo, pese a haberla visto cientos o quizás miles de veces desnuda. En la intimidad de nuestro hogar ir sin ropa o vestir sólo ropa íntima nos resulta absolutamente natural. Vestirse o desvestirse delante de otro miembro de la familia tampoco constituye tema tabú. Es por eso que, aturdido, turbado como estaba, no lograba entender mi proceder, ni identificar el origen de las extrañas fuerzas que operaban sobre mí en ese momento, clavándome la jabalina negra del deseo precisamente con mi propia madre. Pese al estado de confusión en que me encontraba algunas ideas comenzaron a deambular por mi cabeza: ¿Y que estará pasando con ella? ¿Qué estará sintiendo? ¿Qué ideas cruzarán por su mente? ¿Interpretará mi actitud como una inocente manifestación de afecto, algo osada quizás, pero no muy alejada de la práctica familiar de expresar el cariño con mucho contacto físico? ¿Habrá notado lo caliente que estoy? Esas dudas, en lugar de ...
... calmarme, aumentaron mi calentura. Los testículos me comenzaron a doler y en mi verga no cabía una gota más de sangre. Mi cuerpo entero ardía estimulado por la idea de traspasar otro límite. Giré levemente la cabeza para observar la actitud de mi madre. Se notaba relajada y mantenía su mirada clavada en el televisor. Al parecer la película concentraba toda su atención. Impulsado por las extrañas fuerzas que dominaban mis sentidos, mi mente y mi organismo, mi mano comenzó a ejercer pequeños apretones sobre su muslo, mientras mi dedo pulgar (el único que podía mover puesto que el resto continuaba atrapado por su mano y sus piernas) lo acariciaba con movimientos rítmicos. Ella respondió a mis caricias ejerciendo con sus piernas leves y rítmicas presiones sobre mi mano, al momento que me dirigía una sonrisa muy dulce que yo interpreté como de complicidad. Motivado por esa sonrisa, intenté deslizar mi mano hacia zonas superiores. Ella apretó sus muslos con fuerza y energía impidiendo así mi avance. Dejé pasar algunos minutos (¿o segundos?) y volví al ataque, esta vez con mas ímpetu. Para mi sorpresa, en esta oportunidad no hubo resistencia y mi mano logró llegar hasta el vértice del ángulo formado por los muslos de mi madre, arrastrando consigo su pollera, dejando a la vista sus largas y hermosas piernas cubiertas por medias negras transparentes. Un nuevo límite había sido traspasado. Un muro sólido, grueso y alto acaba de ser derribado. En todo este rato no hemos cruzado palabra ...