La penitencia
Fecha: 29/10/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: fernandete, Fuente: CuentoRelatos
... palpar sus duras pantorrillas y sus marcados muslos. Al llegar a su entrepierna esperaba encontrarme con su trusa o bóxer, me equivoqué: no llevaba ropa interior debajo. Sin destapar aún su hábito, todo a tientas, mis dedos toparon con sus testículos y el cura suspiró. Se lanzó directo a meter su lengua en mi oído mientras notaba sus jadeos de excitación. Mi avance fue lento, dedicándome primero a sus huevos, los masajeaba con mis dedos, los jalaba, estiraba su saco, los apretaba también. Mis movimientos bruscos sobre esa zona sensible le provocaban cierta molestia, pero a su vez placer, sabía que le agradaba como estaba tratando sus bolas. En el ínter él me daba mordiscos en el lóbulo de mis orejas, pasaba su lengua por todo mi cuello hasta que una de sus manos se coló dentro de mi blusa y se deslizó por debajo de mi sujetador para aferrarse a mi seno. Le era fácil manipular mi pecho con su amplia mano, lo estrujaba como si estuviera amasando. Claramente eso me puso más caliente y le respondí dirigiendo una mano a su miembro, que al primer tacto no lo sentí totalmente duro. Con mi mano derecha seguía manipulando sus huevos y con la izquierda le frotaba su polla que lentamente fue engrosando considerablemente entre mis dedos. Que excitante era tocarle por debajo de su túnica, percibir sus dimensiones y texturas únicamente con el tacto, sin haberle visto aún sus partes. Continúe con mis toqueteos hasta que alcanzó una dureza considerable. Fue entonces cuando de un ...
... movimiento rápido le levanté su hábito hasta medio abdomen y quedo ante mí su virilidad expuesta: una verga morena, venosa, bastante gruesa, con una cabeza abultada y lo que más me enamoró fue que estaba circuncidada. La tomé por la base y la admiré por breves instantes, realmente era suculenta. El padre Ricardo se había encargado de sacarme ambas tetas por fuera de la blusa, pero al sentir como manipulaba su pija ya con ambas manos optó por reclinarse sobre el respaldo de la silla para disfrutarlo tranquilamente. Yo seguía ahí hincada con mis manos sobre su mástil que a cada apretón seguía creciendo, lo pajeaba muuuuy lento, deseaba volverle loco. Le miraba esos intrigantes ojos en tonos grises, fijamente, sin cruzar palabra, esperando a que me ordenara qué hacer. -"Si en verdad buscas la salvación tendrás que comenzar con tu penitencia Claudia. Primero hay que purificar tu boca, ¡vamos! -exclamó el párroco. Supe exactamente lo que debía hacer. El primer lengüetazo que le propiné a su verga fue recorriendo lentamente toda su extensión, desde los huevos, subiendo por la base de su tronco hasta que topé con su cabezota oscura, a la que le di pinceladas circulares con la punta de mi lengua, para finalmente rodear con mi boca aquel pedazo de carne. Cuando la metí a mi boca el cura soltó un ahhhhh mientras cerraba los ojos. Me esmeré en comerle lo mejor que podía, la tragaba hasta donde podía, en verdad tenía un palo delicioso. -"¿Estoy haciendo bien mi penitencia padre Ricardo?" -le ...