Cautiverio: día 2
Fecha: 05/11/2018,
Categorías:
BDSM
Sexo en Grupo
Tabú
Autor: coleccionista, Fuente: xHamster
Un portazo despertó de golpe a Samanta. Estaba acostada en una cama, lo que al principio le hizo pensar que estaba a salvo, y todo había sido un mal sueño, pero el dolor acudió de inmediato: su cara hinchada por las bofetadas, su culo arañado y penetrado, al igual que su vagina. Todo eso le dolía, y también otros moratones que tenía en los brazos y piernas, que antes no había notado.A su lado yacía una mujer durmiendo, tenía pelo negro y corto, pero le daba la espalda, por lo que no pudo ver su cara. Tenía puesto un pijama de un azul gastadísimo. Samanta misma llevaba un pijama puesto, y no recordaba cómo. De hecho, no sabía cómo había llegado ahí. Intentó recordar, pero pronto su mente la llevaba a la noche anterior, y recordaba cómo era penetrada sin piedad, mientras lloraba y lloraba.La habitación donde estaban era amplia, y no tenía ventanas, pero a excepción de eso parecía normal. Notó que la puerta había sido abierta. Una mujer entraba, traía una bandeja con dos panes y vasos con leche. Pero lo más llamativo fue que la mujer llevaba un bozal pelota que le obligaba a mantener la boca abierta, por lo que un hilo de saliva bajaba desde sus labios por su mentón y luego una parte goteaba al suelo y otra fluía por su cuello. Llevaba un peto gris, sin embargo exhibía su pecho izquierdo, el cual le produjo un escalofrío, ya que desde el pezón había un hilo de sangre seca, debido a un piercing que seguramente había sido hecho hace poco. También al lado de su pezón había unos ...
... dientes marcados, parecía aún más reciente. Abajo vestía unas calzas que llegaban hasta sus rodillas. Iba descalza. Sus manos las notó después, cuando dejó la bandeja sobra una mesa junto a la puerta; estaban esposadas, apenas podía separarlas.Y a pesar de que el estado de esta mujer parecía ser cansado y gastado, poseía una belleza increíble. Sus ojos eran verdes, que resaltaban en su pálida y ojerosa cara, eran bellos a pesar de que estaban irritados de tanto haber llorado. Su pelo, aunque pajoso y despeinado, poseía un café oscuro precioso, lo llevaba tomado atrás, con una simple cola de caballo.A pesar del dolor de ella misma, la primera reacción de Samanta al ver a la mujer de la bandeja fue levantarse, pero solo logró sentarse en el borde de la cama.-¡¿Qué te pasó?! Deja que te ayude… qué horror–dijo Samanta, estirando las manos para que la mujer se acercara y pudiera sacarle el bozal.Sin embargo, la mujer se alejó, negando con la cabeza, envuelta en un terror indescriptible. Sus ojos se pusieron llorosos y comenzó a temblar. Al verla así Samanta se detuvo, temiendo asustarla más, la mujer aprovechó ese momento y dio media vuelta y comenzó a devolverse se fue. Caminaba de forma extraña. “Obvio, también la han violado”, dedujo Samanta, “y quizá durante más tiempo…”Una llave cerró la puerta cuando la sirvienta se fue.Entonces Samanta comenzó a llorar en silencio, acurrucándose en el espacio que tenía en la cama. No sabía dónde estaban sus amigas. Quizá ellas la habían pasado ...