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Emputecida y Sumisa (Montandole cuernos a mi marido) Capitulo 2
Fecha: 09/11/2018, Categorías: Dominación Autor: merchemaria, Fuente: RelatosEróticos
... el color blanco de la suya, empezó a tocar mis labios vaginales, introduciéndose donde no había llegado antes su lengua. Yo respiraba acelerada y profundamente cosa que se hacía difícil por tener una polla en la boca, además abría mis piernas para recibir sus dedos. Sentía mi excitación en mis duros pezones y me volví a correr. Pedro sacó su polla de la boca y le dijo a Katiuska que me enseñara cómo se comía un coño así que metí mi cara entre sus piernas y empecé a chupárselo y meterle los dedos como ella me decía. Mientras tanto Pedro me daba por el culo con todas sus ganas. No debía hacerlo mal porque noté como la rusa se corría en mi cara, mientras Pedro lo hacía en mi culo. Se salió y Katiuska se comió glotonamente todo el semen que había en el condón. Luego Katiuska me dio la vuelta poniéndome de espaldas. De tal forma que le ofreciera mis nalgas. Acercó su vientre a mi trasero, levantándose cuanto podía y comenzó a frotarse contra mí. Notaba como su clítoris se excitaba con el roce, y estuvo mucho tiempo embistiéndome, con mucha fuerza hasta que se corrió quedándose sobre mí, chorreando ambas sudor. Pedro mientras tanto se la había ...
... estando meneando y ya estaba otra vez empalmado. La rusa le puso un condón con la boca sin usar las manos (me quedé anonadada), y la puso a 4 patas metiéndosela por el coño hasta los huevos. Yo abrí mis piernas delante de Katiuska para que me comiera otra vez el coño. Nos corrimos los tres otra vez, de forma salvaje y Katiuska se bebió de nuevo toda la lefa de Pedro. Cuando terminamos eran las 10 de la noche, ella se fue a la ducha y Pedro y yo nos quedamos fumando un cigarro en la cama. Ella se fue con prisa decía que tenía que seguir la jornada. Pablo la pagó 300 Euros. que desde luego merecieron la pena. Mientras volvía a casa conduciendo, pensé en lo que había pasado, y la verdad es que me gustó la dulzura que implicaba el hacer el amor con una mujer, desde aquel día ya no volví a mirar a las mujeres igual, la mujeres hermosas me empezaron a atraer tanto como los hombres. Cuando llegué a casa eran las doce y mi marido ya estaba durmiendo, cada vez me acostaba más tarde y me resultaba más difícil levantarme para ir a trabajar. La verdad es que a mi hijo sólo lo veía un rato los fines de semana. Estaba perdiendo a mi familia. Continuará.