El capataz y el señorito 3
Fecha: 16/11/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... floja sintió en esa prenda el olor del joven, aroma de un muchacho trabajador, que distinto, pensó, al olor de Bruno, aroma que él también tenía impregnada en su piel después de lo que el capataz le había hecho. Momentos después regresó Juancho con un poco de leña y le dijo al señorito que haría una fogata. La lluvia cesó y la noche llenaba de oscuridad a todo, pero en esa cueva la fogata iluminaba a los dos jóvenes que no hablaban, solo se miraban. Juancho rompió el silencio: señorito, de verdá no quiere volver a la hacienda, mire que ya es tarde. Ricardo: no, hoy no voy a volver. pero si tú quieres vete. Juancho: no, yo me quedo con usté. Ricardo: ¿por qué Juancho? ¿por qué me ayudas? Juancho: pos porque usté es el patrón y de niños éramos amigos y. Ricardo: ¿y? Juancho: y pos. pos usté es muy importante para mí. El señorito vio como Juancho se sonrojó al decir esas últimas palabras y el rubio entendió lo que el peón sentía por él. Ricardo: gracias Juancho. En la hacienda, Bruno estaba rabioso por no haber encontrado a Ricardo. Sirvienta: la señora está pregunte y pregunte por su hijo, pero ya le dije que seguramente anda con el Juancho, porque ese tampoco aparece. Bruno: ya cállate, deja de decir pendejadas. Sirvienta: uy que carácter Bruno. pos a ti que mosca te picó. Y el capataz salió de la cocina furioso sin decir más. En la cueva, Ricardo no podía dormir y veía como Juancho había logrado conciliar el sueño. apenas iluminados por el fuego, el señorito observó ...
... detenidamente los rasgos del peón, era un chico con rasgos muy varoniles y aunque su cuerpo estaba curtido por el duro trabajo, sin duda era un hombre muy apuesto. Ricardo pensó: Juancho cómo no me di cuenta de lo que sentías por mí. pero ya es muy tarde. yo no puedo corresponderte después de lo que Bruno me hizo, él me marcó y tú sufrirías por mí. yo no soy libre, mientras él exista me tiene en sus manos. lo siento Juancho. Y lágrimas amargas cayeron por las mejillas del rubio. En su cuarto, Bruno tampoco conciliaba el sueño, fumaba un cigarro y su sangre ardía al pensar que Ricardo estaba con Juancho en algún lugar, se irritaba solo de pensar que ese peón tocara a su señorito. Bruno: él es solo mío, me pertenece y así seguirá siendo. Y el capataz empezó a recordar la noche en que robó la virginidad del señorito en la caballeriza. las memorias guiaron a su mano hasta su verga que ya estaba erecta y comenzó a masajearla. Bruno se masturbaba mientras pensaba en cada una de las estocadas que le daba a Ricardo, recordaba el culo apretado del señorito, los gemidos emitidos por esos labios rosas, esos ojos azules desorbitándose ante cada penetración, sus manos rasguñando su espalda por el dolor de las violaciones y sus piernas rodeando su cintura. El capataz se jalaba su miembro pensando en el placer que le provocaba el cuerpo de Ricardo y cuando recordó el momento en que orinó al señorito, el macho eyaculó en sus manos pensando: Ricardo, te marqué como mío y vas a volver para pedirme que ...