1. Un buen vecino


    Fecha: 14/10/2017, Categorías: Dominación Hetero Autor: Fernán, Fuente: CuentoRelatos

    ... porque mi puerta se trabó —dijo asustada —Tu puerta funciona perfectamente, como lo demostrará cualquier cerrajero. Yo voy a decir que viniste a provocarme y después quisiste frenarte. En ese momento sus ojos se llenaron de lágrimas y se quedó quieta como muerta, comenzando a llorar con los ojos cerrados. Me levanté, dejé caer mi bata, quedando desnudo y con mi verga dura como un poste. Le saqué sus zapatillas. Tomé la cintura elastizada de su pantalón y rápidamente se los saqué junto con su cachetero. Abrí sus piernas y comencé a lamer su vagina, introduciendo mi lengua dentro de ella. Ella seguía llorando, pero en unos minutos sus manos salieron de detrás de su espalda, y comenzaron a acariciar mis cabellos. Sus piernas se flexionaron y se apoyaron sobre mi espalda. La situación debe haberla motivado mucho. Evidentemente, que la forzaran la excitaba, y sentí como se entregaba totalmente a lo que sentía. En ese momento, me levante, tomé sus piernas y las coloqué sobre mis hombros y me acerqué a ella colocando mi vara en la puerta de su vagina. Dejó que acomodara sus piernas y que me acercara, mientras seguía con los ojos cerrados y llorando. Esta situación me excitaba aún más. Mientras la miraba, introduje la cabeza de mi miembro entre los labios de su vagina. Hice una pausa. Subí su blusa y dejé a la vista sus hermosos pechos dentro de un blanco brasier. —Ahora —dije casi susurrando, y me hundí hasta el fondo. Ella abrió su boca como para gemir, pero no emitió ningún ...
    ... sonido. Retrocedí hasta salir completamente. Froté mi verga en su concha y en su culo, la volví a dirigir a su entrada y la penetré una vez más profundamente. Esta vez ella me esperaba, y se limitó a recibirme sin hacer ningún gesto. Despacio comencé a ir y venir dentro de ella, sabiendo que no podía durar mucho, dado el grado de excitación acumulado. —Preciosa, la próxima vez será más placentero, pero hoy no puedo soportar más, y entrando hasta el fondo comencé a vaciar mis huevos dentro de su cuerpo. Mientras sollozaba su cuerpo se estremeció y tembló, alcanzando un violento orgasmo, sin dejar de llorar y sin abrir sus ojos. —Ahh, que hermoso polvo —dije en un suspiro mientras seguía dentro suyo recuperando mis fuerzas y dejando que mi verga se tranquilizara. Cuando me calmé, salí de su cuerpo, y me senté en el sillón. La tome por las caderas y la subí en mí, y volviendo a tomar sus manos la hice cabalgarme, sus gemidos se confundían con su llanto y viceversa, esta vez dure más, pero con tal hembra, la volví a rellenar cual pavo en navidad. Una vez acabe la senté en mi sillón y me hice a un lado. Ella dejó de llorar, abrió sus ojos, y lentamente se vistió sin mirarme. Una vez arreglada, tomó su llave, se dirigió a la puerta, la abrió y se fue. Recién allí tomé conciencia de lo que había hecho. ¿Cómo reaccionaría su marido cuando se enterara, si es que ella se animaba a contarlo? ¿Cómo tomaría ella la forma en que la había obligado a tener sexo conmigo? A la tarde me fui a ...