1. Fantasia de Plenitud


    Fecha: 30/11/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: papepipopu077, Fuente: RelatosEróticos

    Las olas susurraban a su derecha, y las estrellas brillaban con la tonalidad del arco iris en un cielo donde el sol reinaba en una noche que era de día. Sabía que la escena era bella, imposible, sacada de un sueño; mas no dormía, estaba en vigía.
La arena era cálida, blanca, y fácil de pisar. La frondosidad de una selva, verde y brillante como la esmeralda, delimitaba su dominio, tan basto como amigable. ¿Dónde estaba?, ¿cómo había llegado hasta allí? Recordaba retazos antes de llegar a ese lugar, dolorosos y extraños; pero nada con exactitud.
Su cuerpo, ¿qué le ocurría a su cuerpo? Era el mismo, pero se henchía por momentos, se estilizaba por segundos. Se sentía inmenso, se encantaba cada vez más. —Y así continuará sin parar —le susurró una deliciosa voz al oído. Él se sobresaltó, y de un brinco se volteó sobre sí mismo. Allí, delante de él, la figura de una fémina se encogía adorable ante la reacción del varón. —¿Quién eres tú?, ¿dónde estoy? —pronunció con tono tembloroso. Entonces se percató: él estaba únicamente vestido con un bañador, azul con costuras negras, que se ajustaba como una segunda piel a su cada vez más definido físico.
Y ella… ella era inconcebible. Su bañador índigo unía las piezas superior e inferior de tal forma, que hacían que sus curvas fuesen aún más perfectas de lo que eran. Su rostro era de una finura y una delicadeza que solo contemplarlo era un beso apasionado para el alma. —Qué simpático —sonrió ella.
—No entiendo, respóndeme. Contoneando unas ...
    ... caderas tan sugerentes que cortaban cualquier pensamiento racional, se acercó hasta él, y le abrazó con el holgura suficiente entre los dos para mantener la mirada. —Estas fuera de espacio y del tiempo, en un lugar donde mañana fue, y ayer será. Aquí nada termina y todo comienza.
—¿Cómo? —parpadeó— ¿eres real?
—Tanto como tú. Aquí la perfección nos adopta a nosotros, y nosotros nos convertimos en reflejo de ella. Nos deja libres para sentir.
Ella acercó su abrazo lo suficiente como para sentir sus senos aplastarse contra el pecho de él.
— ¿Lo sientes? —le ofreció un pequeño ósculo en el lóbulo de la oreja—, yo lo siento —suspiró.
Tal actuación despertó una chispa de placer que nació de la base de su sexo, y que le hizo temblar de la impresión.
—¿Pero qué haces? Ni siquiera nos conocemos.
Ella se rió con ternura mientras la sangre de él expandía el sexo entre sus piernas.
—Yo a ti sí, y pronto tú a mí de tal manera, que ya no titubearas nunca más. ¿Quieres unirte a mí en un clímax que nunca acabará?
El se separó con temor, pero ante sí solo podía contemplar la perfección hecha mujer, el candor hecho pasión. Su razón le pedía cautela, pero su corazón ansiaba su petición.
—¿Cómo que nunca acabará? —tartamudeó.
Ella cerró los ojos, inclinó su cabeza a un lado mientras apartaba su melena tan hermosa como lisa, y se acercó de nuevo a él, quien ya no podía controlar más al miembro de su amor.
De improviso, ella frotó su cadera contra la de él, y una inmensa explosión se sumergió en su ...
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