1. Fantasia de Plenitud


    Fecha: 30/11/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: papepipopu077, Fuente: RelatosEróticos

    ... interior.
—En este mundo, nunca nada acaba, sólo puede ir a más. Nuestro placer será uno, y nuestro orgasmo, infinito.
—¿Infinito? —musitó, muestras al fin se dejaba llevar.
Ella sonrió ante su victoria.
—Seremos uno, seremos sensación, estaremos plenos. Él rodeó con sus brazos, ya completamente definidos, el cuerpo de la mujer, que hundió su boca dentro de la suya en un baile de amor.
Sus finos y torneados brazos bajaron hasta su bañador, que comenzó a desaparecer como un terrón de azúcar en la leche. Pronto su miembro se vio tan libre como el cuerpo de ella, desnudo y lleno de ardor; un ardor por lo que suplicaba sin remisión: la unión de dos sexos en algo más que una simple penetración. Había algo diferente en su interior. No era la típica excitación. Ésta era más potente, de un nivel superior. Inundó cualquier tipo de sentimiento, y se percató de que no remitiría ni aunque concluyeran aquellas caricias que recorrían su cuerpo como un mapa en toda su extensión. Besos, lengua, manos y senos exigían la definitiva unión de una pareja que se saboreaban con fruición. Mas no tan pronto. Sus sexos debían esperar con el único adelanto que el frotamiento les otorgaba. El sonido de las olas era el vaivén de sus caderas, que exigían compenetrarse a unos dueños que se hundían el uno en el otro.
Él empezó a pensar como ella, y comprendió que esa fémina era quien siempre había amado, y que ese lugar era un regalo; un presente que se había presentado ante las ...
    ... exigencias de ella, quien aguardaba a esa persona con quien compartir semejante existencia lejos de la frustración. Sus lenguas chocaron, y sus mentes conversaron: era el momento del culmen, de su ansiada unión. La definición de ambos vientres gritaron ante la imponente penetración. Sus sexos eran uno, el interior de ella era parte de él; y sus bocas gimieron con la sonrisa de la plenitud. Cayeron sobre la arena, y se fundieron con ella en un impresionante contoneo donde gracia y elegancia acariciaban sus miembros con la dulzura del placer. Eran uno. No: eran dos, pero como si fueran uno. Ella beso con cariño el pecho de él, mientras su glande tranquilizaba a su amada abertura.
La pasión aumento. Sus pulsos titilaban como las estrellas que abrazaban al sol en aquella noche en día. Pronto el placer vociferó en su interior: estaban al limite, pero aún no llegarían. Estarían horas, meses y años rodeando sus brazos, rostros, piernas y genitales en una existencia llena de comprensión de uno por el otro. Orgasmo era una cima por alcanzar, y una cima que al llegar, reveló su auténtica naturaleza: una expansión que ardió sin fin como aquel firmamento que nunca se acababa, y que nunca se ponía. Ellos eran su limite, y ellos nunca se cansaron, porque se habían convertido el uno para el otro, y porque sus cuerpos bailaban al son de sus almas: la penetracion era el semen de su espíritu, que se alimentaba de un amor que era combustible de su increíble perfección. 
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