Larga noche de invierno
Fecha: 02/12/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Khimaira, Fuente: CuentoRelatos
Sabía que era lo que pretendías con ese juego y aun así acepté. No sé muy bien porqué, pero nunca he sabido negarte nada. Así que ahí estaba, tumbada en la cama de la habitación de hotel, vestida tan sólo con un pequeño tanga negro, esperando a que llegases. Sentí un pequeño golpe en la puerta y mi corazón dio un vuelco. Ahí estabas. Me dirigí a abrir despacio, con miedo de lo que pudiese pasar esa noche, muerta de vergüenza por sentirme tan vulnerable. Podría decir que me tranquilicé al verte pero no sería cierto, tú nunca me provocaste tranquilidad precisamente. Deseo, atracción… eso era lo que me provocabas, lo que aún me provocas. Nada más abrir, sin que te diese tiempo a mirarme, te abalanzaste sobre mí. Me encantan tus labios, tan carnosos; y tú lengua, tan hábil que cuando me besas tan desesperadamente sólo puedo suplicarte que sigas, que bajes con ella recorriendo mi piel y no pares hasta perderte entre mis muslos. Acababas de llegar y yo ya había perdido el control. - Hola preciosa, me alegra que hayas aceptado. Esa mirada… Intenté quitarte la ropa pero no me dejaste; todavía no, me dijiste. - ¿Por qué no te arrodillas? Y yo lo hice, sabiendo lo que vendría a continuación. Te desabrochaste el pantalón y sacaste tus 20 cm. Me gustaba verme así, desnuda y arrodillada frente a ti. Tanto que no podía esperar para tener tu miembro en mi boca y empecé a besarte, a lamerte, a jugar con tus huevos y meterme la polla hasta el fondo con auténtico placer. Me cogiste la cabeza ...
... con una mano para guiar mis movimientos y después, tan caliente que no podías controlarte, empezaste a follarme la boca. Me sentía como una zorra, ansiosa y cachonda, tan sólo deseando que me llenases con tu leche. Para mi sorpresa cuando estabas a punto de correrte me tiraste con fuerza del pelo hacia atrás, haciéndome gemir de dolor y desesperación al sacarme tu polla de la boca para comenzar a masturbarte frente a mi cara. Yo quería volver a comerte, te miraba suplicándote que me dejases acercarme de nuevo e intentaba llegar con mi lengua hasta tu polla. Por toda respuesta me sonreías con esa mirada pícara, de niño malo, que no hacía más que acrecentar mi deseo; y me alejabas de nuevo justo cuando estaba a punto de rozarte con mis labios. Seguiste jugando conmigo, masturbándote frente a mí hasta que tu sonrisa se transformó en un gemido y te corriste sobre mi cara y mi boca abierta. Mmm… que ganas tenía de saborearte. Seguías teniéndome agarrada por el pelo y con tu otra mano te cogiste el miembro, aún duro, y lo restregaste contra mi cara para arrastrar los restos de leche que me cubrían hacia mi boca, que los recibía ávida. Te divertía tanto tenerme así… Cuando me levanté me temblaban las piernas de excitación, me dirigí hacia la cama y te supliqué… te supliqué que me follaras de una vez. Te desnudaste y te acercaste a mí para susurrarme al oído, mientras deslizabas una mano desde mi ombligo hasta mi coñito, totalmente empapado. - Me gustaría pedirte una cosa, aunque creo ...