Larga noche de invierno
Fecha: 02/12/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Khimaira, Fuente: CuentoRelatos
... que ya sabes lo que es… Tu mano siguió acariciándome, metiste un dedo dentro de mí, suavemente; y yo no pude evitar sonreír. Tenía tantas ganas de que me follases, bien duro, que aceptaría lo que fuese. Es más, tu propuesta me atraía tanto que no tenía sentido negarse. - ¿Siempre te sales con la tuya verdad? Entonces tendré que conocerla… Tu reacción no se hizo esperar, buscaste tu teléfono entre la ropa y la llamaste. En unos minutos, me dijiste, estará aquí. Serás cabrón, lo tenías todo preparado, apenas unos segundos después de tu afirmación sonó un tímido golpe en la puerta. Al menos, pensé, espero no ser la única nerviosa ante esta situación. Tengo que reconocer que siempre has tenido buen gusto. Nunca creí que llegaría a sentirme atraída por otra chica, pero en este caso lo estaba. Quizás fuese que estaba tan caliente que necesitaba correrme desesperadamente y no importaba con quién pero… tenía muchas ganas, y curiosidad, de que empezase el juego. Te acercaste a ella y comenzaste a desnudarla mientras le magreabas esas tetas que a mí me estaban dando ganas de morder y lamer. ¡Joder! ¿Qué me estaba pasando? Lejos de sentirme celosa, como esperaba, me excitaba mucho veros acariciándoos y no pude evitar empezar a masturbarme. Mis dedos se hundían sin ninguna dificultad en mi coño totalmente empapado cuando decidiste que ya era hora de presentarnos. - Como espero que todos nos llevemos muy bien, podríais empezar dándoos un beso, ¿no creéis? Me acerqué hasta ella gateando ...
... sobre la cama y la chica se agachó para besarme mientras tú nos mirabas. Empezó siendo un beso dulce, tímido, pero la excitación nos venció y casi sin darme cuenta acabé mordiendo sus pezones, gimiendo como una loca y hundiendo mis manos entre sus piernas, con la esperanza de que ella hiciese lo mismo. Me encantaba el contacto con su piel, su mirada turbia, como la mía, que me encontraba cuando nos dábamos un respiro. Entonces reparamos en ti, te habías acercado a la cama y estabas de pie frente a nosotras. Nos sonreímos cómplices y nos acercamos a tu polla. Debía de ser una visión increíble, las dos peleando entre bromas y besos por lamerte, turnándonos para meternos esos 20 cm. en la boca, mientras la otra te lamía los huevos. Estuvimos así un buen rato, hasta que me apeteció probar algo nuevo. Dejé a Sara, (la llamaré Sara, pues nunca me dijiste su nombre), comiéndote y me coloqué detrás de ella. Empecé a besarle la espalda y fui descendiendo. En esa posición tenía una visión perfecta de su coñito húmedo y depilado así que no pude resistirme a lamerlo. Sara se estremeció de placer y se movió para dejarme más sitio pero yo necesitaba algo más y tú lo comprendiste enseguida. Mientras yo jugaba con su clítoris y hundía mis dedos dentro de ella tú me colocaste a cuatro patas sobre la cama y comenzaste a follarme. Lo hiciste de golpe, sin avisar, metiéndomela hasta el fondo con movimientos duros y secos, mientras me dabas azotes con una mano y hundías más mi cabeza entre sus ...