Geyviss
Fecha: 17/10/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... otro su mirada me preocupaba aún más. —Bien— dije. Papá desapareció y escuché sus pasos bajando las escaleras. Cerré la puerta y procedí a vestirme. Sin ponerme ropa interior, bajé. Me senté. Vi a mamá. Era tan hermosa. Con una trenza rubia que le corría por los hombros, con esos ojos color azul cielo, se veía angelical. Pero no vi a papá. —¿Dónde está papá? — apenas logré preguntar. En ese momento, mis revistas fueron lanzadas sobre la mesa con tanta fuerza que resonaron en el cristal. Sentí las fuertes manos de papá tomar me de los hombros y lanzándome al piso con tanta fuerza que mi cabeza recibió un golpe contra la pared y todo me empezó a dar vueltas. Me di cuenta de lo furioso que estaba. Las venas que atravesaban su rostro, hacían grandes bultos en su cara enrojecida por la rabia. Traté de ponerme de pie pero los brazos de papá me tomaron por sorpresa, así como el golpe que recibí también. Un dolor intenso oprimió mi pómulo izquierdo. Al tiempo que un ahogado grito trataba de salir de mi garganta, pero las manos de papá no lo permitieron. Mi garganta. Mis pulmones. Ahora me daba cuenta que me faltaba la respiración. Mamá separó a mi padre y lo alejó de mí. Mientras tomaba una bocanada de aire que tratara de llenar mis pulmones y ponerlos en funcionamiento nuevamente. Vi a mi mamá tratando de calmar a papá en las sillas del comedor. Mientras éste decía: —¡Es un marica! ¡Es un maricón! — ladeó su cabeza hacia mí y me miró con odio, desprecio y asco, por lo que pensé que ...
... volvería a golpearme. — Hoy mismo te vas de la casa, maricón. No protesté. Sin embargo, esperé un momento viendo si mi mamá lo haría. Pero solo se quedó callada. Volví a mi habitación, molesto. Mi cuerpo fluctuaba por lo sucedido. Abrí el armario y extraje todo la ropa que en él había. Tomé las maletas de emergencia y empecé a atiborrarlas de ropa de una manera desordenada. Al final, cuando el sol se había ocultado y la luna resplandecía en un cielo despejado, bajé con mis maletas. Salí No dije nada. Ninguno lo hizo. Necesitaba salir. Alejarme del dolor y del horrendo momento que amenazaba con derrumbarme. Pero, ¿adónde iría? No era que tenía muchas opciones. Podía ir a casa del abuelo. Pero cuando le contara por qué me echaron de casa, él haría lo mismo. Podía ir a casa de mi tía Pam. Sólo que quedaba a más de cien kilómetros a pie. No tenía dinero. Vagaba solo. De noche. Y con dos maletas que resguardar. Ahora ¿qué haría? Tomé el celular. Pedí saldo. Quizás no todo era tan malo. Sí. Tenía. Llamé a mi tía Pam y al tercer tono su voz me llenó de felicidad. —Tía, soy Geyviss. Necesito que me… Necesito que vengas por mí. Tuve una discusión con papá y me ech… me fui de casa— dije casi quebrando por el llanto. —Claro. Dime dónde estás. Ya mismo voy por ti. —Estoy en la gasolinera que está cerca a mi casa. —Bien. Espérame allí. Voy por ti, Viss. —Gracias. Colgué. La gasolinera apareció ante mis ojos. Caminé hasta la licorería junto a este y entré. Me senté en una silla cerca de la ...