Mi hermosa tía
Fecha: 20/12/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... aquel húmedo estuche que tanto me había hecho disfrutar y gozar sin límites ni condiciones, se acostó a un lado de mí para decirme, llena de satisfacción y felicidad, que nunca había gozado tanto del sexo como ahora y que yo era divino; le respondí, devolviéndole el cumplido, que ella no se quedaba atrás, que era única, que tenía un coñito apretado y sabroso, y que estaba riquísima de todo a todo. Obviamente no deseaba que allí terminara todo, era mi última noche con ella y deseaba poseerla más, sentía que aún me faltaba por hacer para de una vez por todas matar esa ansiedad que arrastraba desde hacía años, además de que sabía que, aun cuando me había corrido en tres ocasiones, podía al menos hacerlo un par de veces más, pero comprendía que debía reposar un tiempo, digo, nadie es el sueño de toda mujer en lo que al perfecto amante se refiere, pues bien se sabe que nosotros requerimos de algo de tiempo para reponernos, mientras que ellas podrían seguir empaladas por horas, sin descanso. Con este pensamiento le propuse que descansáramos un rato, y ella no se opuso; se levantó y se fue a duchar, lo supe porque escuché caer el agua, lo que me asustó, pues a pesar de que mis padres seguramente dormían el sonido los despertaría y sospecharían algo, pues aún era muy de madrugada y sería extraño que alguien se duchara a esa hora, lo que así sucedió a la mañana siguiente, pero no tomó relevancia; en eso estaba cuando se me ocurrió la idea de aprovechar para refrescarme también, ...
... además de que sería menos extraño escuchar una sola vez el agua caer de la regadera y no dos, imagínense lo que hubieran pensado si se hubiera escuchado que dos veces corría el agua, posiblemente nos hubieran descubierto. Me levanté y me dirigí al baño, curiosamente la puerta no tenía pasador y entré; mi tía se estaba terminando de enjuagar cuando pasé a la ducha, es de entenderse que ella desde luego no se sorprendió con mi presencia, al contrario, me dijo que me esperaba desde hacía minutos, y que era una lástima pues ya había terminado. Tomó una toalla, se enredó en ella, y salió mientras era mi turno de asearme un poco, pero pude ver que se dirigió a mi verdadera habitación; cuando salí cubierto con mi bata, la puerta de mi recámara estaba cerrada, sinceramente se me hizo raro y llegué a pensar que tal vez se había molestado por la pausa y se había ya encerrado a dormir, pero aún así entré. ¡Qué alejado estaba de la realidad!. La luz tenue de la lámpara del buró iluminaba todo y allí estaba ella, lista para... para lo que fuera, sentada a la orilla de la cama y más bella que nunca, vestida solamente con una batita larga en color negro de tela lo suficientemente delgada como para trasparentarse y apreciarse perfectamente sus grandes senos de pezones rosados, no así su vulva, pues se encontraba cruzada de piernas; completaba el cuadro un cabello corto, húmedo y más negro que nunca, hermosa. La imagen era muy sugestiva, pero aún no estaba listo para otra revolcada, así que me ...