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La siesta
Fecha: 22/12/2018, Categorías: Grandes Series, BDSM Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos
... precisamente de dolor. - Ahora a la otra. Acerqué la palmatoria a la otra mama. Ya tenía el pezón hinchado. Repetí la operación. Yo estaba ya bastante excitada, mas por la agitación que por el deseo pero este no estaba ni mucho menos ausente. Esta vez la llama casi tocó su pezón cuando pidió que parara. Respirando entrecortadamente me dijo. - Por favor, humedécemelos con tus labios que me queman mucho. Lo estaba deseando puesto que intuía que me iba a gustar. Introduje su pezoncito en mi boca y comencé a chuparlo y a lamerlo. Levanté la vista y vi la cara de mi amiga, anhelante de placer. Yo ya estaba mojada pues me gustaba mucho más de lo que había imaginado. Sentir esa piel un poco rugosa y palpitante en mi lengua me electrizaba. Estuve un buen rato chupeteando ambos pechos hasta que Laurita me separó. - Quiero lamer los tuyos. Y me quitó el suje del bikini y me lamió las tetillas. Entonces era yo la que jadeaba. De repente paró. - Vamos a hacer otra cosa. Me cabreó un poco que hubiera terminado tan pronto, pero quedé a la espera de su iniciativa. - Vamos a hacer el martirio de Santa Quiteria de Constantinopla. ¿Sabes lo que le hicieron los turcos? Como no quería abjurar de su fe los jenízaros la desnudaron y le arrancaron la carne a pedazos con unas tenazas. Yo haré de mártir ¿me dejas? ¿Qué podríamos usar? - Te dejo, contesté. A ver que encontramos. En el desván había de todo pero no se me ocurrió que artilugio podía servir. Laurita lo encontró. - Mira, allí están los ...
... palos de la estufa. Eso servirá. Se refería a unas largas pinzas que se utilizan para mover los troncos. Estaban sucias pero eran ideales. Las limpié con un trapo y le pregunté. - ¿Cómo lo hacemos? - Yo me tiendo en la cama. A Santa Quiteria la ataron en un potro pero no tenemos, dijo riendo. Tú me pellizcas con las tenazas hasta que yo te diga ¿vale? Y dicho esto se quitó la parte baja del bikini mostrando su vello púbico rojizo y se tendió levantando los brazos y asiéndose a los barrotes. Nunca antes se había desnudado totalmente ante mí a pesar de habernos duchado juntas y con otras chicas miles de veces. Sentí envidia por sus sobacos tan peludos y por su cabellera bajoventral tan abundante, sobre todo para nuestra edad. Entonces y ahora, siempre, he sido de pelo ralo. - Empieza por mi tripa. En mis fantasías sado siempre se había usado el látigo. A partir de ese momento se incorporaron los alicates a mis sueños. Al acercar el instrumento al vientre redondo y blando de Laurita me invadió una sensación de mareo y una opresión interior como nunca había experimentado antes. Mi vagina ya había empapado mi braga. Los apéndices metálicos pellizcaron las carnes y se cerraron. Laurita disfrutaba cerrando los ojos. Le estaba haciendo daño pero seguía aguantando. Cuando me hizo parar tenía una gran señal rojiza. No se pondría un dos piezas en una temporada. - Ahora en el pecho. No lo pensé dos veces. Estaba a cien. Le aprisioné su seno en su costado. Me costó porque con lo pequeñas que ...