Confesión de un infiel
Fecha: 18/10/2017,
Categorías:
Infidelidad
Hetero
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... seguí dándole vueltas hasta que tomé una decisión. La siguiente vez que mi mujer se iba al médico, o eso decía, porque siempre venía con nuevas compras, retrasé la visita de media mañana. Cuando llegué, mi esposa se iba al médico y Susana iba a salir a comprar. La muchacha quiso quedarse a prepararme algo, pero la envié a comprar. Me hice algo de comer y luego monté el escenario. Manché unos pañuelos de papel con una mezcla de leche y harina, limpiando todo bien. Me senté en un sillón, con los pantalones y calzoncillos en los pies, los pañuelos en el suelo, la caja junto a mí, en la mesita y una revista erótica abierta por el poster central sobre mi pecho. En aquel entonces solamente había películas en 8 y super 8 mm. No existía el vídeo ni el dvd. Tenía escondida alguna pornográfica en super 8, pero había que montar mucha parafernalia y no quería perder tiempo. No tardé mucho en oír la puerta de la calle y me hice el dormido. Sentí cómo se acercaba al salón y observaba todo desde la puerta. Se fue a cambiar de ropa y volvió a mi lado, sacudiéndome ligeramente por el hombro, al tiempo que decía -Don Roberto, despierte. Despierte Don Roberto. Abrí los ojos e hice como que estaba atontado y no sabía lo que pasaba. -¡Eh! ¿Qué pasa? -Se ha quedado dormido, Don Roberto. Entonces hice como que me daba cuenta de la situación: -Dios mío, que bochorno. Ahora mismo recojo todo esto. Perdóname, no quería ofenderte. -No me ofende, Don Roberto. –Dijo rápidamente al tiempo que ponía una ...
... mano en mi pecho y se arrodillaba ante mí- Y no se preocupe, que ahora lo recojo todo yo. Mi polla se había puesto en un estado de casi erección total, descansando sobre mi vientre. Tomó un par de pañuelos y me dijo. -¿Me permite…? Todavía no sabía para qué, pero le di permiso. Entonces tomó con una mano mi polla y se puso a limpiarla con los pañuelos de los restos de mi inexistente corrida. Al notarla seca, pasó la lengua recorriendo toda su longitud y circunferencia, dejándola no solamente húmeda, sino totalmente erecta y dura. No dijo nada, pero debió de notar que no sabía a restos finales de una corrida, sino más bien como a los preludios. Pasó los pañuelos por ella, volviendo a humedecerla y secarla varias veces, dejándome en un estado próximo al orgasmo. Por la punta empezó a salir líquido preseminal. Lo miró y pasó la lengua por él. Lo saboreó un momento, me miró y se metió el glande en la boca. Un retazo de conciencia me hizo levantar las manos para separarla, pero fue cosa de un instante. Ahora que sabía de su mayoría de edad y con mi glande dentro de una boca, después de tanto tiempo, no pude resistir la tentación. Además, era lo que estaba buscando. Ella, al ver que yo no solamente callaba, si no que resbalaba mi cuerpo y abría las piernas para acercársela más, continuó metiéndosela, hasta llegar a la mitad. Ponía la boca en forma de “O” y se la metía y sacaba, a la vez que me pajeaba con una mano y acariciaba mis huevos al tiempo presionaba mi perineo con un dedo de ...