De rodillas en el baño de la Universidad
Fecha: 27/12/2018,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Mikav, Fuente: CuentoRelatos
... trozo de carne, aunque todavía me ahogaba cuando iba demasiado lejos. No creo que hubiera garganta que pudiera con todo eso sin ahogarse. Pero cada embestida parecía que el concepto de demasiado lejos era más amplio, pues veía, las veces que me atrevía a abrir los ojos, que cada vez estaba más cerca. Estaba siendo humillado y degradado en ese baño, de rodillas, con una erección que cada vez era más palpable, mientras me follaba salvajemente la boca un idiota de gimnasio. Y además estaban mirando dos tíos y una chica bastante mona. Ya creía que no podía caer más bajo. Y entonces, lo que creía cambió. Sí que podía. Con un gruñido de placer metió su polla hasta el fondo de mi boca y se agitó. Noté como chocaba contra el fondo de mi garganta y se escurría hasta el estómago una masa líquida que supuse que era su corrida. Por fortuna, no pude saborearla al haberla disparado directamente al fondo. Pero la suerte parecía que no estaba conmigo esta noche, pues Hugo, sacándola, disparó los últimos chorros directamente en mi boca. Estaba asqueado por el simple hecho de haber probado la corrida de otro tío. Pero la cosa no había terminado, pues la volvió a meter y comenzó a deslizar lentamente dentro de mi boca, hasta casi sacarla por completo, para impregnar bien su sabor en mis papilas. Entonces la sacó finalmente. Manu le dio sus pantalones, que se puso enseguida. “No ha estado mal. Tenemos que volver a hacerlo alguna vez”. Y con una fuerte risotada se dio la vuelta, con sus amigos ...
... pisándoles los talones. La chica se arrodilló ante mí y con un pañuelo comenzó a limpiarme los restos de la boca. Hugo se asomó otra vez por la puerta: “Venga zorra, deja al maricón disfrutar y vente con nosotros”. “Vete a la mierda Hugo” le espetó ella mientras él se iba riéndose. Abrió el grifo y me mojando un trozo de papel me limpió la boca. Cuando conseguí salir un poco del shock, intenté levantarme, pero tenía las piernas muy flojas, así que ella me ayudó, y comencé a limpiarme la cara en el lavabo. Me tiré un rato, intentando no pensar en lo que acababa de pasar. La chica continuaba a mi lado, mirándome. Sin decir nada. Cuando me adecenté y recuperé todo lo posible me miré en el espejo. Entre mis babas y la corrida llevaba la camiseta pringada. “Joder” exclamé. Intenté limpiarme con agua, pero fue peor. Parecía un fracaso de míster camiseta mojada. “No te esfuerces. Saldrá cuando lo laves” me dijo “Por cierto, me llamo Diana.” “Ah, eh… Nacho” le dije. “Por si pensabas que me llamaba zorra o puta” se rio ante su propio chiste, flojito “Sé cómo te llamas, ya se lo he oído decir al gilipollas ese. Lo has hecho bien, ¿sabes?” En ese momento creo que le dirigí una mirada entre furibunda, asesina, incrédula… una mirada con muchos significados. Pero el de orgullo, seguro que no estaba. “No, quiero decir, que has hecho bien haciendo lo que te decía, es un tío muy bestia. No sé qué podría haberte echo” Mirándola detenidamente, parecía entre avergonzada y culpable, como si ella ...