1. La chica de la panadería


    Fecha: 27/12/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... a punto de estallar pero en ese mismo instante ella terminó con el último botón de mi vaquero y el triunfo se hizo ver. Sin dudarlo un momento, se lo introdujo en la boca y empezó a engullirlo como si llevase varios días sin comer. Lo sacaba y acariciaba el glande con su ardiente lengua, que recorriría con sensuales movimientos circulares. Acto seguido volvió a succionarlo como hasta el momento había estado haciendo. Estuve aguantando las ganas de correrme ya que quería alargar mi primer orgasmo. La agarré el pelo y tiré de el para sacarle mi miembro de su boca a lo que ella respondió con un gemido de dolor y placer. La levanté y de un tirón le quité la ceñida camiseta que llevaba. Sus pechos estaban firmes y sus pezones estaban espectantes de lo que ocurriese. Empecé a pellizcarle un pezón mientras que con mi otra mano me dedicaba a soltar los botones de su pantalón. Mi mano recorrió palmo a palmo sus pechos y pezones. Ella disfrutaba viendo cómo mi mano se iba desplazando. Con la otra mano, me fui abriendo camino entre sus pantalones y sus preciosas bragas de encaje. Llegué a su órgano y empecé a acariciar su clítoris. Éste reacción instantáneamente y endureció. Quité mi mano de su pecho para relevarlo por mi boca mientras que con la mano que tenía libre, me dedicaba a terminar de bajarle el pantalón. Ella mientras tanto, jugueteaba con mi miembro que permanecía con su intacta erección. Después de hacerla llegar casi al clímax con mi mano, me agaché y empecé a comerle su ...
    ... preciso clítoris. Ella se apoyó en la barandilla de la escalera y me lo brindó por completo al abrirse más de piernas. Mi lengua recorría todas las partes de su precioso sexo, mientras podía notar su flujo. Sin darme cuenta, ella llegó al orgasmo lanzando un gemido que prácticamente se podía oir desde la calle. Me levanté y la miré. Ella tenía una cara de placer debido a su orgasmo. Nos miramos fíjamente y ella me dijo: " Metemela entera ". Sin más dilación, la giré de espaldas y ella se agarró a la barandilla. Inclinó su espalda, la separé las piernas y mi pene se abrió paso entre sus preciosos labios bañados en su flujo vaginal. Ella lanzó otro gemido, aunque esta vez menos fuerte, mientras que yo le introducía mi pene en plena erección. Mi ritmo iba aumentando a medida que notaba cómo estaba a punto de correrme. La arremetía cada vez con más fuerza sintiendo ambos un placer extremo. Cuando estaba a punto de correrme, se la metí hasta que mis testículos hicieron tope y fue cuando descargué mis millones de espermatozoides dentro de su vagina. La corrida fue una exposión de tensión y placer. Se la saqué y la llevé hasta las escaleras. La dije que se tumbara boca arriba y abriera las piernas. Ella obedeció ya que quería que la siguiera penetrando. Cogí mi pene y lo dirigí hacia su abertura todavía dilatada por la penetración anterior. Se veía brillante y lubricado ya que no había parado de segregar flujo. Con sus pechos duros y su cara de placer, se la volví a meter. Esta vez ...