Quiero que se cojan a mi novia
Fecha: 28/12/2018,
Categorías:
Hetero
Sexo en Grupo
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... mientras la embestía una y otra vez. Tenía mucho vigor, y no parecía agotarse. Su cuerpo bronceado contrastaba con la piel clara de mi novia, pero se veían muy bellos juntos. Una imagen casi artística. Emilia levantó las piernas y las colocó en los hombros de Santiago, en un movimiento ágil que me sorprendió gratamente. Ahora él la penetraba con furia, y Emilia largaba un grito cada vez que la tenía adentro. La cama se movía por la violencia de los movimientos. Un resorte pareció romperse, pero ellos estaban perdidos en la excitación del momento. Sus cuerpos ardían, se notaba en el color rojo que tomaron ambos. Santiago tenía la cara transformada, y ella era la viva imagen de la satisfacción. Estuvieron copulando en esa posición acrobática un tiempo largo. El sol estaba bajando, y de repente dejó de iluminar la pieza. En la absoluta oscuridad se escuchó el grito liberador de la eyaculación de Santiago. Prendí la luz, y vi como él sacudía su verga encima de ella, depositado las últimas gotas de semen sobre el ombligo de mi novia. Se hizo a un lado, contento, con las piernas temblorosas por el enorme ejercicio que acababa de hacer. Me hizo un gesto en dirección a Emilia, como diciéndome, la comida está servida, andá, buen provecho. Ella estaba con los ojos abiertos, mirándome. Abrió un poco más las piernas, como llamándome. Recién ahí caí en la cuenta de que ella todavía no había acabado. La ...
... tenía ahí, calentita, necesitada de que le den un último estímulo. Santiago ya había hecho el trabajo duro, sólo tenía que terminarlo. Me toqué la verga para asegurarme de que seguía dura, y así era. Me desvestí en un santiamén. Me tiré arriba de Emilia, que estaba con la piel pegajosa por el sudor, y principalmente por todo el semen que había en su ombligo. Se la metí con fuerza, porque ya estaba dilatada. Me miró con los ojos encendidos por la excitación. Le dije que la amaba, que me encantaba haber visto cómo la culeaban. La besé, y la penetré al mismo tiempo, hasta que sentí como su cuerpo se contraía nuevamente, esta vez entre mis brazos, y de su sexo salía un montón de fluido que empapaba mi miembro. Nos quedamos uno adentro del otro, abrasados, mientras Santiago nos observaba, tan contento como nosotros. Entonces me di cuenta que mi pene no se había deshinchado. La hice ponerse boca abajo para seguir dándole verga. Santiago se unió enseguida y otra vez hizo que Emilia se la mamara. Estuvimos los tres, enredados, sucios, olorosos, hermosos, hasta que él le bañó la cara de leche. Entonces nosotros acabamos otra vez, casi al mismo tiempo. Ese fue el comienzo de un nuevo noviazgo. Ahora se abrían las puertas a miles de posibilidades. Desde entonces, la compartí con muchos hombres, y vi cómo la cogían de todas las maneras imaginables. Y fuimos más felices que nunca. A nuestra manera. Fin