En la funeraria
Fecha: 30/12/2018,
Categorías:
Tabú
Autor: lujuria69, Fuente: xHamster
Hace unos años, un compañero del trabajo tuvo una pérdida familiar irreparable. Un contingente de la oficina nos dispusimos a ir a la funeraria para acompañarlo en esos momentos de trance que se sienten interminables.El velatorio está en el sur de la ciudad, sobre el periférico, muy cerca del Tec de Monterrey; probablemente la gente que lea este relato y viva por el sur de la ciudad, sabrá a que funeraria me estoy refiriendo.En ese entonces Ernesto (no es su nombre real), estaba como adjunto en mi departamento, y era quien nos atendía bastante papelería de recepción, por ende y como jefe inmediato de Ernesto, tuve que presentarme un mayor tiempo en la funeraria y asistir con mi esposa.Cuando le avisé a mi esposa de que iríamos a darle el pésame a Ernesto y acompañarlo en su dolor por un rato, decidió acompañarme sin protestar en lo más mínimo, (ustedes saben como son a veces las mujeres, que para salir a un evento así se ponen como energúmenos, excepto si quién fallece es alguien de su familia, ¿no es cierto?).Le pedí que cuando yo llegara a la casa ya estuviera ella lista, para que solo llegara a darme una ducha y cambiarme de ropa, tendría que vestir de negro, pues así es la costumbre. Ella también tendría que ir vestida con ropa de color negro. Pero que creen, cuando llegué a la casa la cabrona ya estaba vestida con un pinche pantalón negro mata pasiones, le dije:–No mamacita, ahorita mismo te me cambias ese pinche pantalón, te me pones unas pantimedias de color natural ...
... y te me pones una minifalda, tienes un chingo y no he gastado a lo pendejo; ponte unas zapatillas y una pinche tanguita negra.Por supuesto que ella me replicó y hasta se encabronó conmigo, pero finalmente me hizo caso y encabronada o no, se tuvo que cambiar. Y es que era lógico, quién estaba de luto era otro y si tengo una esposa como la que tengo, no enseñarla es un pecado. Es muy linda y tengo que explotar su belleza, no solo para satisfacción mía, sino para todos aquellos que la ven pasar por la calle, o en este caso, ustedes que la conocen, aunque sea en fotografías.Pues ya sabrán, llegamos a la funeraria y acompañamos a Ernesto durante un buen rato, de hecho, nosotros fuimos los últimos en salir de ahí.Mientras estuvimos en la funeraria y con caras muy largas por la tristeza que embargaba a nuestro compañero de trabajo, no podíamos hacer más que hablar muy bajito entre unos y otros. Mi esposa, por supuesto, se sentía un poco incómoda al obligarla a vestir así, especialmente por la situación en la que se encontraba Ernesto y la gran cantidad de compañeros de trabajo que se encontraban en el lugar; más sin embargo nos ubicamos en una esquina donde casi le dábamos la espalda a todo mundo; llegó a sentirse más tranquila, pero trataba al máximo de ocultar sus piernas con su sweater al sentarse.Poco a poco se fueron retirando los compañeros de trabajo y en la funeraria solo quedaron los familiares más cercanos de Ernesto así como su esposa y sus dos hijos. Ambos menores de ...