De cómo me follaron seis chicos en una fiesta
Fecha: 05/01/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... hacer. En un momento dado, como quien no quiere la cosa, me fue empujando hacia su habitación, la misma que yo conocía bien de mis "visitas" anteriores. Entonces, ya sin asomo de delicadeza, empezó a quitarme toda la ropa hasta dejarme completamente desnuda. Así estaba yo, tumbada en la cama preparada y dispuesta para recibirlo, cuando me percato de que Juan y Luis...también estaban allí. Mirando con una expresión de lujuria imposible de disimular En un primer momento no me lo podía creer, y traté de taparme como pude con las manos mientras me incorporaba y exclamaba algo así como "pero...¡qué coño!..." Entoces Ramiro se sentó junto a mí y mientras me sujetaba por lo hombros me dijo: -Mira, Gloria, déjame que te lo explique...Sé que eres una chica abierta y sin complejos, a la que le gusta follar, no me digas que no porque nos conocemos. Y eso está bien, que todos disfrutemos de nuestros cuerpos con libertad.; para eso somos jóvenes y debemos aprovechar mientras podamos hacerlo. El caso es que Juan y Luis siempre te han deseado y se me ocurrió que tal vez no te importaría darles una oportunidad. La verdad es que a los tres nos pone mucho la idea de compartir una chica, lo hemos hablado varias veces, y es algo que no hicimos nunca. Y seguro que tú tampoco has estado nunca con más de uno. Seguro que te apetece probar por una vez.... no me digas que no ahora. Yo estaba atónita. Lo que estaba escuchando, lo que me decía Ramiro ante la mirada ávida de los otros dos era algo que ...
... nunca podía haber esperado que sucediera en realidad. Y entonces, sin saber cómo, empecé a humedecerme y a sentirme excitada como jamás lo había estado. Llevada por esa increíble excitación que sentía, además de por el alcohol que había ingerido en cantidad y los porros que había fumado, me escuché decir: - ¡Sí, sí, qué diablos! ¿Por qué no? ¡Folladme los tres, cabrones! ¡Uno detrás de otro! Se lanzaron sobre mí como lobos hambrientos, se desnudaban sobre la marcha mientras no dejaban de manosearme las tetas y competían entre sí por masajearme el sexo ya húmedo e introducir sus dedos frenéticos en él. Después todo se iría haciendo confuso, no podría recordar quién ni en qué orden, ni cuantas veces me hizo esto o lo otro, pero recuerdo perfectamente que el primero que estuvo listo fue Luis quien, adelantándose a los otros, se me tiró encima y me penetró sin preámbulos. Empezó a sucudirme con fuerza, sin la menor delicadeza, mientras murmuraba entre jadeos: - Una diosa, eso es lo que eres, una diosa del sexo...¡Oh, dios! Eso me excitó aún más si cabe y me dio por pensar que, en efecto, eso era yo ahora: una diosa del sexo que oficiaba en el altar de la Lujuria ante sus devotos. Yo los tenía a los tres en mi poder, a mi disposición, sometidos a mi voluntad. Aquellos falos erectos, el que me penetraba y los que disputaban por captar mi atención para que me los metiera en la boca, estaban así por mí, porque era yo la que despertaba en ellos aquel descomunal deseo. ¡Cómo me sentí de ...