De cómo me follaron seis chicos en una fiesta
Fecha: 05/01/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... dijo vi que algunos chicos que yo no conocía se apresuraron a entrar en la habitación, aunque no supe el número exacto hasta después. Supongo que si no entraron más fue porque estaban con sus novias, o temían que estas se enterasen o simplemente les daba vergüenza "faenar" delante de los demás. O porque no estaban lo suficientemente borrachos. Al día siguiente daría gracias de que hubiera sido así y no hubiera habido más "voluntarios". De los tres últimos que entraron sólo recuerdo con claridad a uno tremendamente grande, gordo y seboso, con unas greñas sudadas y barba de tres días, un tipo al que en condiciones normales nunca hubiera dejado que me pusiera la mano encima. No puedo olvidar cómo cuando me obligaba a mamársela sujetando mi cabeza contra su polla, entre que trataba de metérmela lo más adentro posible de la boca y que mi nariz se hundía en su flácido y abultado vientre, yo casi me ahogaba y tenía que hacer esfuerzos para respirar. En realidad aquel bruto me follaba la cara más que chuparle la polla yo a él. Y así fue como me abandoné definitivamente a la lujuria desatada que me poseía y durante no sé cuánto tiempo dejé que los seis se turnaran en mí a su antojo, me tomaran como quisieran, me poseyeran de todas las formas que se les ocurrió y se corrieran en mi boca y mi sexo todas las veces que pudieron. Ahora a puerta cerrada, gracias a Dios. Cerca de las ocho de la mañana sentí que alguien me despertaba. Delante de mí estaba Ramiro en calzoncillos, ofreciéndome ...
... una toalla. Me dijo que no quería despertarme y que no le importaba si quería quedarme más tiempo, pero que tal vez debería llamar a casa para que no se preocuparan. En medio de la resaca y el malestar que tenía recordé con alarma de que efectivamente no había avisado a mis padres de que iba a tardar tanto, así que sin coger siquiera la toalla que me ofrecía, completamente desnuda como estaba, corrí al teléfono y le dije a mi preocupada madre que la fiesta se había alargado y me había quedado a dormir en casa de una mis amigas, que pronto regresaría. Me di cuenta de que me costaba hablar, de que tenía la voz pastosa y un mal sabor de boca imposible de describir. Aún así lo primero que le pregunté a Ramiro en cuanto colgué el teléfono fue. "¿Cuántos?". - ¿No te acuerdas? -dijo como avergonzado- verás, fuimos seis en total. Pero todos con tu pleno consentimiento, ¿eh?, nadie participó ni hizo nada que tú no quisieras hacer...hay...hay testigos. Y tú sabes que lo disfrutaste tanto como nosotros. El cabrón se estaba curando en salud por si a mí se me ocurría alegar que me forzaron o algo así. Pero yo sabía de sobra que él decía la verdad. Nadie me había obligado a comportarme como lo había hecho. Si me comporté como una auténtica zorra, pues así me sentía, fue porque quise hacerlo. Para mi vergüenza. No me hacía falta ver el estado en el que había quedado la cama, toda revuelta y llena de manchas secas perfectamente reconocibles, para tomar conciencia de lo que había sucedido. Me ...