1. "Cómo acabamos con la monotonía".


    Fecha: 09/01/2019, Categorías: Sexo con Maduras Primera Vez Autor: lujuria69, Fuente: xHamster

    ... esposa. De pie, a unos metros de la cama, asistí estupefacto cómo Susana, tras tumbarse a su lado, acercó la cabeza a la polla de Juan, y procedió a besarla y lamerla como si de un helado se tratara, provocando los primeros jadeos de placer de éste. Juan demostró cuánto deseaba poder penetrarla de una vez, y la invitó a que cesara con aquella mamada de polla y a tumbarse boca arriba, de forma que pudo abrirla de piernas con facilidad. Apuntó la polla sobre el húmedo coño de mi esposa, provocando que ésta abriera los ojos como platos al sentir como aquel trozo de carne se introducía en su interior. Susana abrazó con las piernas las caderas de Juan, para sentir con mayor profundidad aquella polla que la taladraba. Absorto, observé cómo aquella polla brillaba a causa de la humedad impregnada del coño de mi esposa, la cual gemía de placer con cada golpe de caderas de su amante. "¡Pero qué buena que estás!". "Mmmmm, no pares cabrón, sigue metiéndomela...". Volví a sorprenderme de la brutal excitación que me provocaba observar cómo, a unos ...
    ... metros de mí, Susana se entregaba sin ningún tipo de cortapisas a Juan, y cómo éste bombeaba las caderas sobre ella, incrustándole la polla hasta la base de los huevos con cada embestida de las mismas. "¿Te gusta follarte a Susana?", pregunté mientras me masturbaba sin perder detalle. "Me encanta... mmmmmm, hace años que no me follaba una mujer tan rica como la tuya", respondió Juan redoblando las embestidas. Los gemidos de ambos traspasaban las paredes de nuestro dormitorio, y con absoluta seguridad, los vecinos debían escuchar alucinados los mismos. Susana, en estado de paroxismo, arañó las espaldas de su amante, al mismo tiempo que sus alaridos no dejaban lugar a dudas del enorme orgasmo obtenido. Juan continuó unos segundos más bombeando las caderas hasta inundar de semen el ya encharcado coño de mi esposa. Continuaron abrazados el tiempo suficiente para que yo terminara de masturbarme sobre ellos y los salpicara de mi propia leche. Puedo asegurar que la monotonía desapareció por completo de nuestro matrimonio a partir de aquel día. 
«12345»