Amor de verano (Parte 2)
Fecha: 16/01/2019,
Categorías:
Gays
Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... sin control y no me atrevía a mover ningún musculo por miedo a colapsar. Mi vientre quemaba, y sentía todo mi culo repleto de su leche. Cuando se levantó, su pene yacía entre sus piernas, totalmente desmayado y exhausto. Se acostó junto a mí y me abrazó por la cintura, quedándonos dormidos casi al instante. Todo había sido genial, y aprovechábamos las instancias en que sus padres salían, para desatar nuestras pasiones. Me sentía como en un sueño, y todo giraba alrededor de Ariel. Estar con él era como una droga alucinógena, de la cual me estaba volviendo adicto. Un día mientras desayunaba con mi familia, llegó a mi oído algo que me devolvió a la realidad. -Acuérdate de dejar las cosas ordenadas.- dijo mi papá. -¿Para qué?-pregunté. -Para que mañanas no tengas que hacerlo a última hora. - ¿Mañana?-estaba confundido. -Mañana nos vamos.- mis ojos se abrieron de par en par.- Ya lo habíamos hablado. Y así fue como las vacaciones acabaron. La despedida fue muy triste y desesperante. Intercambiamos redes sociales con la esperanza de que algún día podríamos volver a reunirnos en estas mismas cabañas. Lo abracé con fuerza, esperando impregnarme de él, y me metí en el auto. Él se iría al día siguiente, por lo que cuando me alejé, lo vi allí de pie justo en el lugar donde nos despedimos, hasta que en una curva lo perdí de vista. Me refugié en mis audífonos, aunque no escuchaba la música. En ese momento caí en cuenta que ni siquiera sabía de ...
... donde era. Todo había sido tan mágico, que nunca nos planteamos la despedida, cómo si las vacaciones duraran eternamente. Pero lo habían hecho. El lago se ocultó entre las montañas y recibí un mensaje de Ariel. “¿Cómo va el viaje? ¿Ya llegaste?” “Es extraño que esto esté pasando, pero entre más lejos estoy, se me hace más difícil cortar nuestra conexión. Y no, aun no llegamos, el viaje dura dos horas y media”-respondí. “Entiendo cómo te sientes. Pero con la tecnología estaremos siempre en contacto, aunque no sea tan genial. ¿Y dónde vives?”- envió Ariel. “En Temuco. Creo que lloraré cuando no te vea mañana por la mañana, o cuando me coma un chocolate. Y extrañaré nuestro bosque, aunque me llevé algunas flores y hojas para recordarlo.” “¿En Temuco? ¿De verdad? Yo vivo en Lautaro.”- cuando envió eso, recuperé mi fe en Jebús. Solo nos separaban 30 minutos aprox. de viaje. Mi rostro se iluminó y lancé un grito de júbilo que todos oyeron. -Me gusta esta canción.- dije intentando recomponerme. Sonreí con ganas mientras miraba pasar los arboles entre la ventana. Fue imposible que mi sonrisa se volviera a borrar en todo el resto del viaje, y con Ariel, dudo que alguna vez se me vuelva a borrar. Las canciones que sonaban en mis audífonos tuvieron sentido, y en mi ensoñamiento, no oí el grito de mi familia cuando el camión se nos venía en frente, hasta que fue demasiado tarde. No es cierto. Es solo una mala broma. Hasta siempre: Angel Matsson