Historia del chip (041): La vuelta a casa (Kim 016)
Fecha: 27/01/2019,
Categorías:
Grandes Series,
Dominación
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... se ordenó dedicarse a los peldaños, no a sus tetas. Le gustaba sentir como se movían de un lado a otro, llevaba años sin ponerse un sujetador. Sus pezones eran su caballo de batalla, sin posibilidad real de victoria. Y menos un día como hoy, con el tejido hurgando a cada paso. Iba caminando, salvo si llovía. El paseo le agradaba, si no refrescaba. Raras veces le estaba permitido llevar una chaqueta. Se encontró con Lin a una manzana de la oficina y continuaron juntas. Se llevaban estupendamente e intimaban bastante. —¡Guau, chica!. Cada día vas más espectacular —le dijo después del beso de rigor en la mejilla. —Gracias. Tú estás muy elegante, Lin —respondió con convicción. Siempre sentía algo de vergüenza al principio de la mañana, al comparar su atuendo con aquellos con los que se encontraba. Lin llevaba un elegante conjunto de ante y sólo se le veían la cara y las manos. Botas altas para tratar de elevar su corta estatura. Tenía genes chinos, franceses y sudafricanos... como poco. Bromeaban diciendo que heredó la altura china, la piel francesa y el color sudafricano. El contraste era evidente. Los ojos no llegaban a la altura de la barbilla de Kim, tacones incluidos, los pechos siempre presentes, bien dispuestos. Lin no tenía necesidad de inclinar los ojos para contemplarlos. Kim supo que sería un día muy largo. Al inclinarse a besar a Lin, notó como la tela destapaba los pechos, el aire frío endurecía todavía más los pezones. Hizo todo lo posible por mantener su sonrisa ...
... cuando la rugosa textura volvió a su sitio. Todo debía haber durado menos de dos segundos. Y tendría que pasarse bastantes minutos con Mariona, -con su terapeuta, se corrigió, hablando de este instante. Siempre que había algo que escapaba a su control, algo excitante o humillante, algo que le hiciera sentir sumisa debía hacer una anotación mental y reflejarlo en su diario, que naturalmente leían Roger y su terapeuta. No debía usar el nombre de Mariona, ni mentalmente. Para Kim debía ser sólo la terapeuta. Lin, desde su privilegiada posición, no perdía ojo a los movimientos pendulares o caóticos de los senos erguidos. Ni podía dejar de admirar los pezones que presumía duros como piedras. No pudo soportarlo más. Esperó a ver un callejón y sin mediar palabra condujo a Kim a un soportal algo escondido. Sin preámbulos ni dubitaciones elevó las manos y las llevó hacia las ubres de Kim, que de manera automática se inclinó levemente para destaparse. No pensó en ello, surgió de forma automática. Estaba tan acostumbrada a esos gestos por parte de Roger que su cuerpo reaccionaba de forma instintiva. Sólo cuanto sintió los suaves y cortos dedos de Lin acariciar con dulzura los pezones hizo un ligero ademán de interrumpir el contacto. En menos de un suspiro llevaba dos errores. No tenía derecho a ofrecerse, pero tampoco a desdeñar el contacto. Si alguien la manoseaba o le levantaba la falda que llevase, debía informarle con tono suave y cortés de que no lo deseaba, pero sus manos nunca ...