Casada, pero necesitada de macho
Fecha: 21/10/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Voyerismo
Sexo Duro
Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster
... él, a su vez, así lo hacía.Fue la propia Renata quien pidió que la fuerza de los bombeos se incrementara:—¡Dále, dále! ¡Con más fuerza! ¡Más rico! ¡Sigue, sigue... aaasííí...!Llegó el turno de cambiar de posición y Otumbo la recostó en el catre, abriéndola de piernas para llenarla toda. Los bombeos para ese instante ya eran bestiales, y como Otumbo tenía aguante la hizo llegar al orgasmo nuevamente. No obstante, los vigorosos embistes eran tan tremendos que hacían rechinar el catre y ese ruido se comunicó al camarote vecino.Mientras uno de los trabajadores tomaba conciencia de lo particular de aquel sonido, del otro lado, el canal femenino estaba más que dilatado y así recibió el esperma de aquel mulato que ya lo había resguardado por mucho.De la vagina de Renata escapó un poco de aquella semilla masculina, sólo un poco pues el tolete seguía bien ensartado, impidiendo el escape de más. Y es que, aunque Otumbo se había venido, su sexo seguía fuerte y duro intentando complacerla.—¡Aaaahhh, qué delicioso! —exclamó ella, al reconocer lo que era coger de verdad.Ahora la tenía empinada sobre el catre, mientras él la seguía bombeando.—¡Hasta adentro! —se decía el trabajador que los espiaba sin comunicárselo a sus compinches pues, esta vez, no quería perderse de nada de aquel espectáculo sólo para sus ojos.Fue así que aquel compañero fue el único testigo del aguante verdaderamente salvaje de Otumbo. La Licenciada podía darse el gusto de proporcionarse unos buenos ...
... sentones sin que aquel falo se le doblegara. Ella se retorcía de placer manifestando que disfrutaba de las poderosas arremetidas.Cuando Otumbo se le vino por segunda vez, en esa ocasión lo hizo sobre las nalgas de la Licenciada, embarrándole todo su esperma en ellas con el mismo fuste que había escupídole aquello. Como verdadera mandarria, el mulato golpeó con su falo aquellas bellas carnes.Húmedos por la faena, ambos se echaron en aquel pequeño catre; una encima del otro para poder caber.—¿Crees que debo dejar a mi marido?—Sí, hazlo. Vente... vente conmigo. Yo no te puedo ofrecer mucho pero...Los dos quedaron en silencio. Tal vez reflexionando en distintas direcciones.Al fin, Renata regresó a tierra tras cumplir con su trabajo. Otumbo se despidió de ella esperanzado en que la volvería a ver, pues le prometió regresar, pero ella no lo hizo. Aquello sólo fueuna aventura, algo con lo que podría llenar sus solitarias noches recordando tan carnal encuentro.Cuando tuvo la oportunidad, Renata consiguió un mejor empleo y jamás tuvo la necesidad de arribar a otra plataforma. Mientras tanto, meses más tarde, Otumbo se hacía a la idea de que sólo había sido utilizado.La Licenciada Campos nunca se enteraría de que aquel enorme mulato se arrojaría al mar, totalmente descorazonado al saber que, pese a haber conocido al amor de su vida, nunca más la volvería a tener entre sus brazos.Renata Campos,Trabajadora social, disfrutaba de una calidad de vida que él nunca le podría ofrecer.FIN