1. Casada, pero necesitada de macho


    Fecha: 21/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Voyerismo Sexo Duro Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    ... Mateo, su primer marido, su primer amor. Él era un ca... brón, un granuja, ¡sí! Pero como diría su abuela, siquiera él sí le cumplía.Podía recordar cómo aquél la hacía escurrirse mientras le chupaba la panocha. Su sexo se abría al máximo cuando la lengua de él se daba y le daba gusto. Y cuando aquél le paseaba la otra extremidad, la otra “sin hueso”, sobre la raja, aún sin recibirla adentro ya se sentía llevada al éxtasis.Recordando aquello, en ese momento, soltó algo de su jugo caliente que se embarró inmediatamente en el enorme falo que aguardaba bajo ella.—¿Tú qué crees? ¿Hice una tontería al haber dejado a Mateo? —le preguntó ella.—Pues así como “usté” me dice, pues...—Pero háblame de tú. Ya tutéame, que ya así como estamos... es como para que ya nos tengamos confianza, ¿no? —le dijo ella y ambos rieron.—Pues sí “verda´” —reconoció Otumbo, tomando consciencia de que, a pesar del tono cotidiano de su charla, la Licenciada Renata era una mujer que estaba desnuda sobre él.Ellos continuaron así durante un rato; platicando entre sí con familiaridad, cachondeando suave pero rico. Como si se conocieran de años. De vez en vez, ella se inclinaba para besarlo, y él le correspondía con la pasión de un amante, no sólo deseoso, sino plenamente enamorado.Renata sabía en esos momentos que estaba traicionando el amor incondicional de su actual cónyuge, pero... ¿a quién le correspondía su fidelidad? ¿A él...? ¿O a sí misma?Es cierto que ella le estaba agradecida por haberla sacado de la ...
    ... angustia tras las continuas infidelidades de su primer esposo; le había dado estabilidad, un hogar digno donde creciera su hijo, sin embargo, ella estaba necesitada de la pasión que lamentablemente con él no saciaba.Su primer amor le había abierto las puertas (y las piernas), por vez primera, a esa pasión. Pero después de él no la volvió a sentir. En Silvano podía confiar, con plena seguridad, de su fidelidad pero, paradójicamente, su amor por ella lo excitaba tanto en la cama que lo hacía explotar antes de permitirle complacerla.—¿Sabes cuándo fue la última vez que Silvano me provocó un orgasmo? —de repente Renata le expresó a Otumbo.Él no halló palabras con las que responder. Sin embargo Renata no buscaba una respuesta.—Estoy lista.Cógeme —dijo ella decididamente y se levantó sólo lo suficiente para poder guiar el morzolote a su vagina.Con mucho cuidado, ella misma se montó en tan tremendo pedazo.—Que no me duela —todavía pidió con voz tierna a Otumbo, quien le respondió con la seguridad de su mirada.Llegado el momento, Renata apenas podía creer que había sido capaz de resguardarlo dentro. Todo entero estaba en su cuerpo.Otumbo la llenaba. Jamás había sentido algo tan ajustado y delicioso. Cuando el movimiento copular se hizo presente, Renata disfrutó de las lentas arremetidas de Otumbo que pese a lo laxas la hacían gemir. Otros hombres (como los vecinos de al lado) se le hubieran ido impulsivamente desde el inicio, pero no Otumbo; él sabía hacerla disfrutar el momento pues ...