Todo por una infección de orina
Fecha: 01/02/2019,
Categorías:
No Consentido
Anal
Autor: Siles7, Fuente: CuentoRelatos
... salir de ella, su verga estaba perdiendo rigidez pero aún goteaba líquido blanco que estableció una curiosa línea entre sus dos sexos. La chica sintió como su sexo estaba lleno a rebosar de la semilla del invasor y sintió como de derramaba hacia fuera y salía mojando los labios externos, un gesto realmente obsceno, y en esa salida se acompañó de sangre virgen. Una bella cascada. El espectáculo era tremendo para encender la libido de cualquiera. Sin embargo, el negro perdió el interés tras desvirgarla y correrse dentro de ella. Se vistió y tuvo la delicadeza de lanzar las prendas de ella a su cara, signo de que podía ir vistiéndose. Judith aún aquejada pero al menos ya libre y follada, se quitó la asquerosa gamuza de la garganta y tosió un par de veces. Miraba con gran desconsideración y odio al taxista que le violó y ahora ocultaba su desnudez en su uniforme. Agarró su bolso y cogió una compresa, con la que se limpió el chorretón de fluidos que salía de su sexo, pero pensó que también debería limpiarse por dentro tan rápido como fuera posible, quien sabía si ya no era tarde. Se puso de nuevo las braguitas y ya empezó a sentirse algo mejor, en la medida que puede mejorar una cuando ha sido brutalmente desvirgada y sigue dolorida por el brutal sexo y una infección que no deja de acrecentarse. Se puso el resto de sus prendas, pero tuvo que tirar las medias porque estaban destrozadas sin remedio. Dios mío, pensaba ella, yo no quería esto… Lo único que no podía disimular ahora ...
... mismo eran sus lágrimas. Tenía que denunciar a ese puto negro. Pero entonces se dio cuenta de que en todo el trayecto no había visto su licencia, que normalmente debería figurar en el salpicadero. Estaba segura de que él lo había hecho aposta. El negro se fijó en que ya se había vestido, salió del taxi y abrió la puerta de atrás para sacarla. Judith se negó a salir y amenazó con su intención de denunciarle, pero el negro pasó de oírla. Judith no iba a conseguir luchar contra ese negraco y arrebatarle la licencia, con lo que su única oportunidad sería ver la matrícula del coche para identificarle. Pero el negro parecía preparado para ello. Inmovilizó a Judith de nuevo con sus potentes extremidades y sacó de un bolsillo una pieza larga de ropa que con facilidad anudó a la cabeza de la chica. Judith pataleaba desesperada pero su fuerza no podía compararse a la del negro. Recibió de él también un golpe tremendo en la espalda que la dejó retorcida de dolor en un suelo duro que ya no era el del blando asiento trasero del coche. Mientras intentaba recomponerse, y sobre todo quitarse la mordaza de los ojos para poder ver, oyó como un coche cercano se encendía y comenzaba a arrancar. A duras penas se quitó la venda, pero lo único que alcanzó a ver fue al taxi, metiéndose por la rampa que daba acceso al piso superior y saliendo fuera de su vista para siempre. -Joder, ¡¡serás hijo de puta!!!- gritó una Judith que se hallaba sentada, completamente sola en aquella lúgubre planta del parking. ...