1. El inquilino...


    Fecha: 02/02/2019, Categorías: Gays Masturbación Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    ... día caluroso que avanzaba las buenas temperaturas del verano; se encontraba Toño asomado a la ventana del pasillo de su casa mientras jugaba con una cuerda a m*****ar al gato de la vecina de abajo. Afanado en ese menester, vio que la ventana del baño de doña Engracia se abría. Desde donde se encontraba divisaba perfectamente lo que ocurría en el interior.Y lo que ocurría era que el inquilino, empezaba a desnudarse para la ducha.Primero se quedó en camiseta de tirantes, con unos brazos fuertes surcados de gruesas venas; después se quitó los pantalones y quedaron al desnudo dos piernas musculosas y velludas que al niño le parecieron portentosas. Se bajó los calzoncillos de espaldas, con lo cual Toño lo primero que vio fueron las nalgas del hombre, las primeras nalgas de un hombre desnudo que veía en su vida. Su cosa se puso de inmediato completamente dura.El hombre, también se quitó la camiseta de espaldas, mostrando el radical contraste entre sus brazos bronceados por el trabajo a la intemperie y el resto de la piel de un blanco lechoso. Toño se quedó con las ganas de verle el sexo porque el hombre se metió en la ducha y quedó fuera del campo de su visión.Sí que le escuchó canturrear bajo el chorro de agua una canción de Manolo Escobar, un ídolo por aquel entonces de la clase obrera y campesina.Toño esperó impaciente a que el inquilino terminara. En menos de diez minutos ya estaba otra vezen su campo de visión secándose enérgicamente con una toalla algo raída.Y llegó el ...
    ... gran momento cuando el trabajador se dio la vuelta y mostró su polla y sus huevos plantados en ese bosque peludo de la entrepierna.También era la primera vez que el chico veía los genitales de un hombre adulto. El corazón galopaba en su pecho a una velocidad alarmante. Había perdido toda noción del tiempo. Para él sólo existían las manos del re inquilino secándose el pollón, descapullando tan hermoso cipote para asegurarse de que todo él quedaba completamente limpio. Y tanto lo limpiaba y meneaba que el instrumento creció aún más con la acción.Tan concentrado estaba en esa parte de la anatomía del nuevo vecino que no se dio cuenta de que el hombre le estaba mirando.-¿Qué haces, mocoso?La voz del inquilino le sacó de su ensimismamiento. Los ojos de los dos se cruzaron en una mirada rápida y Toño se escabulló como un ratón asustado.Se refugió en la habitación de planchar, una alcoba sin ventana donde se acumulaba ropa ya lavada, una máquina de coser y una cama plegable para cuando venían visitas y pernoctaban en la casa.Atemorizado, estuvo esperando el desastre: que llamasen a la puerta para pedir explicaciones sobre las aficiones del niño a espiar por la ventana cómo se duchan los vecinos.Esperó cinco, diez, quince minutos…hasta que su madre le llamó a gritos para que se sentase en la mesa para la cena.Por el momento, se había salvado.Dos días transcurrieron en la vida de Toño en un sin vivir hasta que se convenció de que nadie iba a llamar a la puerta para denunciar su fea ...
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