La primera vez que cogí a una perra.
Fecha: 02/02/2019,
Categorías:
Zoofilia
Autor: Andy19, Fuente: SexoSinTabues
... trabajadores y ninguno cercano. Los machos ladraban con nerviosismo pero no me importó. Estaba decidido: la hembra sería solo mía, yo sería el primer macho en preñarla. Mojé más mis dedos con mi saliva, metiendo el índice lo más que pude, explorando el interior del rico órgano que se me presentaba. Adentro sentí el calor y la humedad, pero nada más. Tan nervioso estaba que la verga no se me paró por más que quise; mañana sería un día más apropiado, de forma que me dediqué a dilatar lo más que pude con apenas 3 dedos, los cuales, no entraban sino hasta la mitad, la perra estaba estrecha pero ganosa, así que me dejaba hacer mi tarea con toda tranquilidad emitiendo tan solo un chillido de vez en cuando, cuando intentaba meter más allá de lo que se me permitía. Esa noche dejé a la perra en la jaula y a los machos afuera, a fin de que el celo siguiera aumentando hasta la mañana siguiente. El sábado por la mañana me la pasé casi todo el día en el almacén, imaginando el lugar idóneo para cogerme a la Kiny. Recordé que en la sala de ordeña había visto días antes una botella de lubricante veterinario, el mismo que usaban los trabajadores para lubricar la vagina de las vacas cuando éstas iban a parir o cuando metían su mano para tentar a los becerros por nacer. Me hice de la botella, la cual estaba casi llena, a sabiendas que la penetración no sería cosa fácil. Esperé al medio día, cuando los trabajadores dejaron el lugar y mi padre fue a la ciudad como de costumbre. Me invitó a ir ...
... con él, pero le dije que me quedaría hasta que trajera al velador, con el pretexto de cuidar la granja de los ladrones, que por esos días, ya habían penetrado en varios terrenos aledaños para robar el equipo eléctrico de los pozos vecinos. Desde luego, me creyó, y me dejó absolutamente solo, con la granja enteramente para mí, sin ojos curiosos ni riesgo de ser visto por curiosos o por accidente. Corrí a donde la jaula y solté a todos los perros, a fin de que prepararan a la perra mientras me desvestía y lubricaba el sexo. Varias veces estuvieron a punto de penetrarla pero los quité de una patada. La perra tendría a su macho y ese sería yo. Lo 4 estábamos a reventar. Ya desnudo, amarré a los perros del poste cercano y en el poste aledaño amarré a Kiny de tal forma que no escapara en la faena. Puse lo más que pude de lubricante y empecé a dedear como haría el día anterior notando como el trabajo era más fácil tanto por el lubricante como por lo dilatado del canal, así que fácilmente entraron dos dedos hasta sentir un tope, que supuse, sería el músculo en que se atora la bola que los perros tienen en el órgano sexual y que los mantiene pegados durante el acto de apareamiento. Me puse en el paquete tanto lubricante como pude hasta escurrir y tomé con una mano las flexuras de la perra y con la otra mi verga. Jugué un rato con la punta de mi glande en la entrada de la concha, disfrutando cada milímetro de aquel jugoso órgano. No hizo falta levantar la cola, ya que tan necesitada ...