Sex motel
Fecha: 08/02/2019,
Categorías:
BDSM
Masturbación
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... aspecto sencillo de la chica, como si sintiera cierta incomodidad ante su propia voluptuosidad. A Ariadna le pareció una mujer muy atractiva. Al entrar en la habitación ambas miraron a su alrededor. Ninguna sorpresa. La típica habitación del típico motel de carretera: pintura anodina en las paredes que necesitaba una buena mano, muebles baratos y sin gusto, una televisión algo antigua y una cama de matrimonio con mucha mili a sus espaldas y de la que lo máximo que se podía esperar es que estuviera limpia. –Bueno –dijo Ariadna quitándole importancia–, mejor que pasar la noche con el “simpático” recepcionista, ¿no crees? –Oh, desde luego –le contestó–. Un hombre desagradable, ¿verdad? Ariadna respondió con un “ja” sarcástico –Por decirlo suave. Dejó su bolsa en el suelo, echó un vistazo al baño desde la puerta y volvió a mirar a su nueva compañera. –¿Derecha o izquierda? –¿Perdón? –Respondió confusa la mujer. –La cama –le aclaró Ariadna señalando con la barbilla–. ¿Prefieres dormir en el lado derecho o en el izquierdo? –Oh, ya… Bueno, me da igual. –Vale, pues me cojo el izquierdo. Si vamos a dormir juntas estaría bien que nos presentáramos. Me llamo Ariadna –le informó tendiéndole la mano. –Yo, Patricia –le ofreció la suya con una sonrisa que realzaba su belleza– Encantada. Se miraron a los ojos durante un largo instante y Ariadna tuvo la impresión de que su modosa compañera de habitación no era tan evidente como parecía. Algo escondía en el fondo de sus bonitos ojos azules. ...
... *** Algo sacó a Ariadna de su profundo sueño. Despertó aletargada sin saber dónde se encontraba ni qué hora era. Tardó unos segundos en recordar qué habitación era ésta en la que estaba y cómo había acabado en ella. La oscuridad que dominaba más allá del cristal de la ventana, moteado con gotas de lluvia, le indicó que aún era de madrugada, y los tenues fogonazos que iluminaban brevemente la habitación sugerían que la tormenta se estaba alejando. Tardó unos segundos en situarse. Recordando que algo le había despertado prestó atención en busca de su origen. Ahí estaba. Parecía un suave gemido, como un quejido jadeante. Miró a su costado buscando a su compañera de cama, pero no estaba. Giró su atención hacia el baño y vio luz saliendo por debajo de la puerta. Comprendió que el gemido venía de su interior. Preocupada se irguió y la llamó sin elevar la voz. –¿Patricia? ¿Te encuentras bien? No hubo respuesta. Lo volvió a intentar pero nada. Y el gemido se seguía escuchando. Se levantó de la cama y se aproximó al baño aguzando el oído. Se fijó entonces en la maleta abierta de Patricia. Entre la ropa perfectamente ordenada y plegada reconoció una prenda: una toca de monja. –Vaya –pensó–. Eso explicaría algunas cosas. Arrimó la cabeza a la puerta intentando escuchar mejor. Sólo llevaba puesto un corto salto de cama transparente y un minúsculo tanga a juego, dejando casi completamente al descubierto su morena y espléndida figura. Alta, de piernas torneadas, caderas estrechas y culo ...