Sex motel
Fecha: 08/02/2019,
Categorías:
BDSM
Masturbación
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... prieto y respingón, poseía sendas tetas erguidas y perfectas como dos jugosas gotas adornadas por grandes y oscuros pezones; y una larga, sedosa y oscura melena que casi llegaba hasta su cintura, adornando un hermoso rostro de perfiles mediterráneos. Era una de esas mujeres que obligan a girar la cabeza a su paso: los hombres para desearla y las mujeres para envidiarla, incluso odiarla. Iba a golpear la puerta y volver a llamar a Patricia, pero un impulso le hizo agarrar la manilla y abrirla. Volteó la puerta, miro dentro del baño y por un segundo creyó que seguía soñando. Su compañera de habitación se encontraba sentada sobre la tapa del váter, completamente desnuda, masturbándose. ¡Y de qué manera! Sendas pinzas de metal presionaban sus erectos pezones, mientras que otras cuatro mordían los labios de su coño. Éste, empapado y de un vivo rosáceo, se abría como una flor de carne a sus propias caricias. El dedo corazón de su mano derecha estimulaba el dilatado clítoris, mientras con dos dedos de su izquierda penetraba la vagina. Tan concentraba estaba en su placer que tardó unos instantes en notar la presencia de Ariadna, paralizada junto al vano. No se sorprendió al verla ni cesó de masturbarse. Al contrario, clavó sus ojos repletos de libido en los de Ariadna y continuó acariciándose, lasciva, casi desafiante. Nada quedaba en ellos de la cohibida muchacha que unas horas antes se acostara en su rincón de la cama murmurándole buenas noches. Patricia cogió otra pinza que ...
... descansaba sobre el lavabo y muy lentamente, como dedicándosela a la sorprendida mujer que la observaba con fascinación, la acercó al coño y la cerró sobre su clítoris. Su rostro se contrajo levemente con un gesto que mezclaba dolor y placer. Su mirada continuó fija en la de Ariadna, que aún no sabía cómo reaccionar. Ayudándola a decidirse, Patricia le susurró una invitación. Ariadna no llegó a escucharla, pero por el movimiento de los labios húmedos y carnosos entendió un “ven”. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro, entró finalmente en el baño y se situó delante de la mujer, muy cerca, con sus tetas casi rozando la boca de Patricia. La energía sexual que fluía entre ambas mujeres era tan densa que podía cortarse con un cuchillo. Ariadna alzó sus manos y tocó suavemente las pinzas que mordían los pezones de Patricia, quien deslizó la lengua entre sus labios entreabiertos, humedeciéndolos, confirmándole a su compañera que iba por buen camino. Agarró entonces las pinzas y comenzó a retorcerlas. Patricia respondió con un gemido y se masturbó con más fuerza, demostrando que cuanto mayor era el dolor más se elevaba su placer. Ariadna, subiendo la apuesta, combinó los estrujamientos con palmadas sobre las pinzas, que arrancaron de la otra mujer pequeños gritos. A continuación descendió una de sus manos y repitió la operación con las pinzas cerradas sobre los labios del coño, aplicándole caricias, palmadas y apretones. Patricia se retorcía entre las ondas de placer que partían desde ...