Y de regalo: una esclava
Fecha: 10/02/2019,
Categorías:
Dominación
Hetero
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... Yo no podía hablar, con los labios hinchados, los ojos sin poder abrirlos y con ningún lugar de mi cuerpo donde no tuviese dolor. Me llevaron a un hospital militar, en el que estuve dos días más mientras me curaban. Hubo un ir y venir constante de médicos y enfermeras, así como del oficial, interesándose por mi estado y mi pronta recuperación, hasta que me dijeron que podía marcharme, una vez que las inflamaciones bajaron y pude abrir los ojos. Salí acompañado del oficial, el cual, sin llegar siquiera a la entrada del hospital, me dijo: -El sistema ha tenido un fallo y se ha detenido y necesitamos que lo ponga en marcha inmediatamente. -¡Ni hablar! Me largo de este país inmediatamente. ¡Ni siquiera voy a recoger el equipaje! -No se precipite, piense que todavía está bajo mi protección, y puede volver a la comisaría. Yo había oído que se habían producido ataques incontrolados que no habían podido identificar a tiempo, por lo que me la jugué a una carta, sabiendo que tendría que reparar los equipos. -Pues me arriesgaré con ellos, pero no estoy dispuesto a ayudarles cuando me han detenido y tratado de esta forma tan brutal sin tener la más mínima prueba, es más, habiendo venido precisamente a ayudar a su gobierno. -Hagamos una cosa, descanse esta noche en su hotel y mañana hablamos e intentaré convencerle. Si después no quiere quedarse, podrá irse con entera libertad. No sé por qué acepté, pero me fui al hotel, donde comí y cené en la habitación, sin levantarme de la cama. Ya ...
... apunto de dormirme, llamaron a la puerta. No hice ruidos ni contesté. Llamaron varias veces, hasta que una voz de mujer en un español raro dijo: -Mr. Agbra pog favogr. Abrí la puerta y me encontré frente a una rubia despampanante, con vestido mini minifalda ligeramente por debajo de la ingle. Lo justo para no enseñar el coño. Dos hermosos pechos se marcaban bien bajo la tela, cara alargada ligeramente, cejas finas y castañas y unos labios rojos de “bésame ya”. Cuando entró, vi que el vestido estaba abierto por detrás hasta mostrar la abertura de los glúteos. -¿Quién eres y a qué has venido? –Le pregunté como pude en inglés, porque todavía me costaba hablar por la inflamación, aunque ya sabía de qué iba aquello. -Llámame como quieras, y he venido a lo que tú quieras. –Respondió más fácilmente también en inglés, bajando los hombros del vestido y dejándolo caer, quedando totalmente desnuda. Después de más de un mes de abstinencia y con una mujer escultural delante, mi polla se puso a reventar. Como solamente llevaba un pantalón corto de pijama, solté la sujeción y cayó también al suelo dejando mi polla apuntando al techo y mostrando todas mis moraduras. -Te llamaré Isabel, como mi exmujer. -¿Porque todavía la quieres? -No, porque es una puta. No dijo más. Vino hacia mí y, arrodillándose, se metió toda mi polla en la boca en toda su extensión (es ligeramente más grande de lo normal, 18 ctms.) dispuesta a teñírmela de rojo hasta los cojones. Estaba tan cargado que no aguanté mucho. ...