1. El capataz y el señorito


    Fecha: 22/02/2019, Categorías: Gays Autor: dante1802, Fuente: SexoSinTabues

    ... momento que solo una toalla cubría su cuerpo. Ricardo: pues ya lo hizo, ahora retírese por favor y no vuelva a entrar a mi cuarto sin que yo sé lo pida. Bruno: como usté mande señorito. Ricardo sintió escalofríos cuando sintió nuevamente la mirada del hombre, quien salió del cuarto dejando al joven confundido. Bruno llegó a la cocina y ordenó de mala gana un vaso de agua, la sirvienta le preguntó por qué estaba de mal humor. Bruno: eso no te importa, no te metas en donde no te llaman. Sirvienta: a mí se me hace que ya conociste al señorito y te molestó saber que él será el nuevo encargado de la Hacienda. Bruno: no digas estupideces. El señorito no es más que un muchachito de finos modales que no sabe nada de este lugar. Estoy seguro que estará una semana y se irá a la ciudad. Sirvienta: pos yo creo que vino a quedarse y ocupar el lugar que le corresponde como patrón. Bruno golpeando la mesa dijo: ya cállate y apúrate con lo que te pedí criada metiche. Al día siguiente, Ricardo veía su Hacienda y recordaba su niñez ahí, pero ahora era un hombre y sus gustos eran otros, él no encajaba en ese mundo de campo. Escuchó el ruido de unos caballos y se dirigió a las caballerizas donde vio a un joven dando de comer a los equinos. Era como de su edad, solo que con aspecto campirano. Ricardo: hola Señorito Ricardo, respondió el muchacho. Ricardo: Me conoces. Claro que sí. Aunque veo que usté no me recuerda, soy Juancho, el hijo de Pedro el encargado de todos los caballos, usté y yo ...
    ... jugábamos cuando éramos chamacos antes que se fuera pa la ciudad. Ricardo: perdóname Juancho no te reconocí, es que eras un niño y ahora ya un hombre. Ricardo observó a su excompañero de infancia. Su piel estaba curtida por el sol, sus brazos eran fuertes como las de cualquier trabajador de campo, robusto y cabellos oscuro, ojos negros, pero de sonrisa franca. Se sintió cómodo a su lado. Juancho: usté también está bien grande joven aunque sigue igual de güero (rubio) y con sus ojos tan azules como el mar. Ricardo no pudo evitar reír por la sinceridad del muchacho, pero la conversación fue interrumpida por Bruno que sobre un caballo habló con su voz fuerte: Juancho deja de molestar al señorito. Ricardo molesto contestó: Juancho no me está molestando, estamos platicando. Bruno: pero de qué puede platicar un ignorante como Juancho con usté. Vete a trabajar. Juancho obedeció y Ricardo viendo fijamente a Bruno le dijo: tú eres el que da las órdenes aquí verdad? Bueno, pues ahora yo te voy a dar una orden. Muéstrame todo el lugar, quiero conocer mi Hacienda y sus alrededores. Bruno: como usté mande patrón pero tendrá que ser a caballo y como supongo que no sabe montar pues tendrá que subirse conmigo al caballo. Ricardo: no seas ridículo, de niño aprendí a cabalgar, ensíllame un caballo para que yo lo monte. Con desagrado, Bruno obedeció y tras preparar el caballo le preguntó al señorito si quería que lo ayudará a subir. Ricardo: yo puedo solo, gracias. Con seguridad, Ricardo montó el ...
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