La Cantina
Fecha: 24/10/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... haciéndolo rítmicamente, sin alcanzar la velocidad de frenesí de la vez anterior en el baño. En menor tiempo que antes volví a derramarme en su interior (Aunque por el otro lado), quedando ambos desfallecidos. De pronto se levantó y corrió al baño diciendo: - Espérame tantito que voy a zurrar - ¿No quieres que te vea? Pregunté - Si no te molesta el olor, adelante. Dijo ella. Entré detrás de ella que corrió a sentarse en el trono y empezó a oler bastante fuerte mientras se oían los ruidos característicos de estas funciones, pero no me importó, pues eran olores de mi amante y yo la adoraba. Ella tiró de la cadena para que empezara a disminuir el olor y tomó un pedazo de papel para limpiarse, se me quedó viendo unos instantes y alargó el papel hacia mí diciendo: - Dijiste que serías mi esclavo. ¡Ven límpiame! Nunca un esclavo recibió una orden que lo hiciera tan feliz, tomé ansioso el papel que me entregaba ella, se paró dándome la espalda y se dobló abrazando sus piernas ofreciendo nuevamente a mi vista la ya muy conocida pero no menos adorada grupa. Procedí a limpiar sus heces con el cuidado de una madre a su bebé, para que el papel no la raspara lo humedecí con mi saliva, ni que decir que este cuidado no era mas que un pretexto para continuar acariciándolo. Dediqué mas tiempo del necesario, hasta que ella empezó a reírse. - ¿Estas seguro de que ya está limpio? Me dijo Deposité un cariñoso beso en la flor que me ofrecía y nos paramos y abrazamos y besamos una vez más. - Ahora ...
... te toca a ti me dijo, aún tienes rastros de mi interior. Dijo tomándome del pene. Volteé a ver y efectivamente se notaba una capa amarillenta sobre mi instrumento. Me acercó al lavamanos, se colocó detrás de mí y abrió la llave y empezó a enjabonarme el pene con el mismo cuidado y cariño con que había yo limpiado su culito y supongo que con la misma intención de seguirlo acariciando. Sus senos acariciaban mi espalda y su vello del pubis cosquilleaba mis nalgas. Por supuesto que volví a estar en condiciones de dar batería a mi amada, me sentó en el inodoro y se acomodó nuevamente arriba de mí tragándose de un bocado mi puñal de carne hasta la empuñadura. Comenzó entonces un lento mete y saca, muy lento sin salirse demasiado, solo la mitad del recorrido posible, sus brazos descansando una vez más alrededor de mi cuello, mientras yo alternativamente le besaba los pechos, el cuello, las orejas y la boca y mis manos inquietas recorrían toda su anatomía. No sé cuanto tiempo continuamos así, seguro que fue bastante mas de media hora, con cierta regularidad ella se detenía, se estremecía y seguía adelante, hasta que de repente se abrazó mas fuerte a mí, pegó totalmente su pelvis a la mía y empezó nuevamente a convulsionarse, en ese momento llegué también a mi clímax y arrojé nuevamente mi semilla en las cálidas paredes que la esperaban. Nos quedamos fuertemente abrazados con nuestros sudores mezclándose hasta que mi pene totalmente agotado se salió de la cueva mágica. - ¡Por fin lo ...