La amorosa hija (Parte 5)
Fecha: 26/02/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... culo a Anne mientras ella estuviera de rodillas en la cornisa y el de pie tras ella, deleitándose con la vista de la bella Manhattan de noche. Sin explicación, Don Tomás retiró su pene de la boca de Anne. Se inclinó y la besó. Caminó hacia la ventana y retiró un par de adornos de la cornisa. “¿Qué haces papi?”, pregunto intrigada. “Ven aquí preciosa”, ordenó Tomás a su hija. “Ven, súbete aquí”, dijo indicándole con la palma de su mano donde y como la quería. Anne obedeció. Se acercó y Tomás la tomó de las caderas y la puso de rodillas sobre la cornisa. “¿Ves?”, dijo Tomás. “Cabes perfectamente. Contemplemos la ciudad mientras te la meto por detrás, ¿qué tal?”. Anne sonrió y colocó sus manos en cada ángulo superior de la ventana. “¿Y si nos ven, novio?”, preguntó sensualmente. “¿Y si ven que te estás culeando a tu novia?”, repitió con tono de despreocupación, al tiempo que sacaba sus apetitosas nalgas hacia su padre, preparándose para recibir su embate. En silencio, Tomás se arrodilló disfrutando el bello cuadro de las suaves nalgas de Anne, y las besó y lamió. Lentamente, comenzó a meter su lengua por el culo de su bella amante, mientras con su mano acariciaba febrilmente su chorreante vulva, arrancándole gemidos que fueron de menos a más. Anne golpeó suavemente el cristal para constatar que no se iría de boca cuando su padre le profanara de nuevo el culo, seducida por la belleza de la ciudad. Pensó que, en alguna de las pocas ventanas encendidas en algún rascacielos de ...
... enfrente, quizá habría alguien mirándola con telescopio, como en las películas. Tomás se incorporó a medida besaba la espalda de Anne, haciéndola que se irguiera un poco hasta que sus nalgas quedaron perfectamente niveladas, aguardando que se la metiera. Comenzó a lubricar el ano de su hija llevando sus babas y las de ella con el glande, haciéndola gemir en anticipación. Poco a poco y sin mucho esfuerzo, comenzó a penetrarla suavemente, hasta llegar con firmeza a lo más profundo que podía. Anne gemía de placer, mientras su padre metía y sacaba con lenta constancia su invencible erección y fue aumentando su ritmo en urgente necesidad por vaciarse. “¡Dame tu lechita papi, dámela!”, gritaba Anne, mientras Tomás jadeaba descontrolado ante la inminente explosión. En su último movimiento, en menos de un par de minutos, Tomás se detuvo en el punto más profundo, apenas tirando y empujando las nalgas de su bella hija, abrazándola por el estómago, hasta liberar su caliente y abundante torrente de semen dentro de ella. Habían pasado muchos días desde el hotel de México, su última vez, y su carga era proporcional a ese tiempo: muchísima. Anne movió circularmente sus nalgas mientras su padre se quedó prácticamente inmóvil, soltándola, asegurando que se quedara hasta la última gota de su vital fluido dentro de ella, apretando con ellas lo más que podía. Don Tomás quedó exhausto. Apenas y podía permanecer de pie. El prolongado efecto del agua caliente más la intensa actividad sexual lo ...