El recetario de mi abuela
Fecha: 05/09/2017,
Categorías:
Hetero
Fantasías Eróticas
Autor: Ícaro_libre, Fuente: CuentoRelatos
... cremosa, añadir la miel y los huevos uno a uno, pero con mucho cariño. Incorpore los ingredientes secos cernidos junto con los polvos de hornear y la leche en polvo, alternando con jugo de naranja y pequeñas cantidades de agua, solo si fuese necesario. Si no, no. Añadir con paciencia las nueces, pasas y frutas confitadas, mezclar y vaciar a un molde forrado con papel mantequilla enmantequillado y llevar al horno moderado por una hora a hora y media, quizás dos. Eso aproximado, según el tipo de horno. Era sábado a media tarde, cuando estaba listo mi queque. Perfectamente horneado y presentado. - Amor, mira lo que tengo. - ¿Qué cosa…? - Un rico queque. - Se ve bueno. Lo comemos cuando regrese. - ¿Cómo que cuando regrese? - Es que me voy a juntar a timar unas cervezas con mis amigos del trabajo y… - Otra vez… - Pero cielo, sabes bien que tengo que cuidar las relaciones de amistad en el trabajo, uno nunca sabe cuándo las puede necesitar. - Otra vez… - Volveré pronto. - Bueno, pero come antes de irte. Para que no salgas con el estómago vacío. - Está bien, pero no te enojes. Roberto se fue a ubicar a la mesa, mientras lo miraba a sabiendas de que algo inesperado podría ocurrir. Servilletas decorativas, platos y tazas de porcelana, y el queque trozado sobre la mesa. - Sírvete. Le dije. En esta oportunidad lo dejé comer sin probar bocado, solo lo observaba. Nada pasaba, ningún cambio, nada de nada. Con bastante decepción me resigné a que no habría novedades ese día. - ¿Y tú? ¿No ...
... vas a comer? ¿No me habrás envenenado supongo…? En silencio, tomé un pedazo de queque. Como decía la receta, estaba suave, blando, dulce y exquisito. Tomaba mi último sorbo de té, cuando veo a Roberto frente a mí. Su rodilla derecha en el piso, sus manos sobre mi regazo y sus ojos suplicantes mirándome con ternura. - Tengo un problema. - ¿Qué pasa Roberto? Me asustas. - Mi problema, es que en algún lugar entre tu mirada y la mía, he perdido mi corazón y mi alma. ¡Casi me desarmó con esas palabras! ¿Cómo podía pasar de la indiferencia absoluta al amor descontrolado, en dos segundos? - Por favor amada mía, ayúdame a encontrar mi alma perdida… Estaba muda, perpleja, desorientada. Sin darme tiempo para nada, me tomó en sus brazos, y en vilo, me llevó al segundo piso de nuestro departamento, entramos a nuestra habitación, y con extremo cuidado y dulzura, me posó sobre la cama. Me colmó de cariños, caricias y palabras dulces y tiernas. Acarició mi rostro y mi cabello con dulzura y cariño infinitos. Con respeto casi religioso, me desnudó para cubrirme entera de dulces y caballerosas caricias. Ese día, no tuvimos sexo, ese día, hicimos el amor. Mientras me penetraba, me prodigaba palabras maravillosas y su mirada, transmitía amor verdadero. Cada roce, cada toque, cada empuje de su cuerpo al mío, respondía exactamente a lo que mi ser pedía. Lo que yo imaginaba, él me lo hacía; lo que mi cuerpo deseaba, en ese instante, me lo concedía, en una atmósfera de pasión extática. Nuestro choque ...