Venganza
Fecha: 28/02/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Crusnik, Fuente: SexoSinTabues
Soy un maldito, lo sé. Lo que hice no tiene perdón… Venganza Soy un maldito, lo sé. Lo que hice no tiene perdón… Liz fue mi compañera de la universidad y mi amor imposible. De cabello lacio, largo y negro azabache; ojos marrones, cuerpo delgado de curvas amplias, estatura normal. La cortejé por mucho tiempo, la ayudé con sus trabajos, escuché y ayudé con sus problemas. Dejé que tome la sartén en la cuasi-relación que creí que manteníamos para que a la primera me deje por un imbécil que se cruzó en su camino. Y cuando la confronté dijo las palabras más dolorosas que se le puede decir a un chico enamorado: “Te quiero como un hermano”. La odié y decidí romper todo vínculo con ella. O eso creí. Había pasado algunos años. Tenía una carrera de la cual obtenía pequeñas satisfacciones y mi madrina me había heredado una pequeña finca fuera de la ciudad. Había llegado a un punto en que el negocio andaba casi por sus propios medios y podía tomarme un pequeño descanso en la visita y remodelación de la finca. La finca estaba a las afueras de un pequeño y acogedor pueblito, alejada de la finca más cercana por 100 metros, a los cuales debía agregarse que al estar rodeada de plantas y árboles la distancia parecía aún mayor. Por esas ironías del destino, a Liz no le había ido tan bien. Estaba de empleada en una empresa y había llegado al pueblo por vacaciones con su novio. Sin embargo, el mundo da vueltas y su novio la había dejado ahí sola, al encontrar a otra. Llevándose también parte de ...
... su dinero. Estando desconsolada se internó en las cabinas de internet para comunicarse con alguna amiga para desfogar sus penas. En el chat Susana, una amiga en común de la universidad, le contó que en mi facebook había visto que me encontraba en el pueblo y tenía una finca cercana. Se puso en contacto conmigo y en mi cabeza se pasó la idea de dejarla ahí como estaba, pero luego reaccioné y pensé en que no podía hacerle pasar tantas angustias. Sin embargo, los recuerdos de humillación surgieron y busqué una manera de vengarme. Como tuve algunas horas pude conseguir algunas cosas. Recogí a Liz en un café, comimos algo y luego le mostré el pueblo, donde se tomó fotos en diferentes lugares y recorrimos el pueblo cercano. Me contó que se quedaría dos semanas, porque su familia se iría de viaje a otro país. Por la noche la llevé a la finca, donde le di una habitación. Debajo de la cama había dejado una grabadora con mi voz y el siguiente mensaje subliminal: “Perteneces a mí, harás todo lo que te pida, eres mi perra”. La grabación debía activarse a la media noche y estaba camuflada con ruido ambiental”. Asimismo, a su comida le puse una serie de afrodisiacos para elevar su libido, como mosca española, mariscos, yombina, puzanga y otros productos exóticos. Al tercer día dio resultado. Apareció en mi cuarto con su camisón de dormir, estaba como en trance. Se abrió la bata y vino hacia mí, mostrando sus pechos bamboleantes con pezones erguidos y su sexo pulposo. Acerqué mi mano a su ...