1. Tatiana Cap I. Juegos lujuriosos


    Fecha: 03/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos

    ... estaba, ni siquiera había advertido por dónde andaba su mano, y ella, desubicada, imaginándose tonterías. No estaba bien que siguiera disfrutando de la inocencia de su benefactor; en un lento y cariñoso movimiento, casi al compás del suave vaivén que había adoptado su cuerpo, retiró la mano de don Benito y volvió a posarla en su cintura. Entonces el viejo reanudó su concienzuda tarea de chuparle la teta para extraerle el resto de la leche. ―Aaaaahhhh… Uuuuuhhhh… Ayyyy…—. Los gemidos de la joven inundaban la estancia. Sus piernas habían empezado a agitarse, frotándose en un roce constante. En cierto momento Tatiana miró a la señora Marta. Su amiga la tenía tomada de una mano, y parecía impactada por el insólito ritual del que era testigo. Cuántas ganas tenía la joven de decirle que ya no era doloroso, por lo menos en el seno que chupaba don Benito, sino que se sentía muy rico, tremendamente placentero. ¡Pero no podía! No podía confesarle a su mentora que los manoseos y succiones de su marido la tenían tan caliente. La rubia liberó su mano de los cariños de la señora Marta y acarició el desconcertante rostro de la madura. Era su forma de agradecerle su ayuda en todos esos meses. De pronto sintió una punzada de dolor en el pecho izquierdo, que aún no había sido tratado por don Benito y que seguía hinchado como siempre; vio que la señora Marta le dirigía una mirada interrogante, y no pudo evitar que un desesperado gesto de súplica inundara su rostro. En lo que Tatiana sintió ...
    ... como una heroica actitud, la señora Marta se zambulló en la doliente teta de la joven. La mano de la rubia, que hacía un momento acariciaba la mejilla de su amiga, ahora le revolvía el pelo de la cabeza, presionando y apoyando la mamada que estoicamente le perpetraba su amiga y mentora. ―¡Aaahhhhhh!… ¡AAAAHHHH!… ¡AAAAHHHH! ―gritaba Tatiana, en una explosión de lujuria. Benito se detuvo un momento a admirar el sobajeo descontrolado y las babosas chupadas que su mujer consumaba sobre la otra gran tetaza de Tatiana. La leche saltaba al rostro de Marta como burbujeante champaña, y ella bebía cuanto podía. Para acercarse lo suficiente, la señora Marta había tenido que meter una de sus piernas entre las de su joven amiga, dejando casado el muslo de la rubia, frotándolo con su entrepierna como una perra en leva. Eso, y el evidente consentimiento de la joven, que parecía obligar a su mujer a mamarle la protuberante ubre, configuraban una escena altamente lasciva. ―Eso es, Marta, sácale toda la leche ―la animó Benito. La arenga del viejo enardeció a Tatiana, que olvidó todo recato y lo agarró de la nuca para invitarlo a continuar chupándole la teta derecha. Ahí los tenia, uno en cada ubre, succionando ávidamente. Tatiana amamantaba a sus maduros vecinos, disfrutando al tope ese momento. Debía rendir honor al sacrificio que hacían por ella; debía seguir sus indicaciones y dejar salir todo lo que sentía. ―¡AAAhhhhh!… Don Benito… Chupe… Chupe… ¡Mmmm!… Señora Marta… ¿Está… ricaaaa?… Trague… ...
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