1. Tatiana Cap I. Juegos lujuriosos


    Fecha: 03/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos

    ... y pese a que trató de rechazar los insanos deseos que la dominaban, terminó por sucumbir a ellos. Tomó una de sus portentosas tetas y la ofreció a las lenguas de sus enamorados vecinos. ―Sigan jugando aquí… —los invitó, y les cogió las cabezas para acelerar el desenfrenado lengüeteo que ambos emprendieron sobre la grandiosa ubre. Fue demasiado para Tatiana. ―¡Ay!… ¡Ay!… ¡Ya vieneeee! ¡Vieeeeneeeee!―. Y cayó en el éxtasis final. Sintió que su entrepierna se inundaba y que a la vez era atacada por violentas manos que intentaban llevar al máximo el increíble orgasmo que la acometía. ―¡AAAHHH!... ¡AAAAHHHH!… ¡AAAAAHHHHH! —gimió y gritó sin control ―. ¡AAAAAHHHH!… ¡Qué rico, don Benitooooooooooo!… ¡Señora Martaaaaaaaa.!...—. Los ojos se le nublaron, y creyó que iba a desmayarse. Cuando amainó el largo orgasmo, Tatiana vio que las cabezas de sus vecinos yacían sobre sus pechos, resplandecientes de saliva y leche. Apenas podía creer lo que acababa de sentir. Si eso era un orgasmo, entonces nunca antes había tenido uno. Ese descubrimiento, y el deseo de querer experimentarlo en su relación marital, dejó en segundo plano el pasmoso resultado del procedimiento. Sus pechos no le dolían nada, y su volumen había disminuido notoriamente. Había sido una experiencia indescriptible, y al mismo tiempo contradictoria. Del más alto deleite había pasado a la mayor vergüenza al recordar su trato con don Benito y la señora Marta. Se apartó de ellos, recogió su blusa y se la puso rápidamente. Al ...
    ... moverse notó que su entrepierna estaba empapada por una sustancia viscosa. ―Señora Marta, don Benito, no sé qué decirles… lamento mucho lo sucedido… no comprendo qué me pasó―. Y siguió balbuciendo disculpas atropelladamente. ―Lo hiciste muy bien, linda. Todo salió a pedir de boca ―la tranquilizó Benito. ―Estuviste de maravilla, chiquilla —agregó Marta—. ¿Ves, Benito? Te dije que Tatiana era muy lista y de buen criterio. ―No diga eso, señora Marta, por favor ―se avergonzó Tatiana. ―¿Cómo te sientes ahora? ―preguntó el decano ―¿Te duelen tus senos? ―Ya no, nada. Es maravilloso. ―¿Y estás relajada, o sigues tensa? ―Bueno, en realidad me relajé bastante… —Es fantástico que te sientas así después de tu primera sesión ―se alegró Benito―. Te felicito; si hubieras esperado unos días más, habrías terminado en el hospital. ―¿Primera sesión…? ―Así es, Tati. No creerás que el problema ha quedado resuelto como por arte de magia. Estas dolencias son muy persistentes. ―Pero don Benito, me da mucha pena seguir molestándolo… Además, dígame cuanto le debo, por favor…―. Tatiana tomó su cartera, que estaba en un extremo del aparador, y sacó su chequera. ―Olvídate de eso, muchacha —le dijo Benito—. Eres amiga de mi mujer, y espero que en adelante también me consideres amigo tuyo. Así que me sentiré ofendido si insistes en pagarme, o si no me dejas seguir atendiéndote. Los amigos estamos para ayudarnos. Si alguna vez nosotros necesitamos ayuda, estoy seguro de que podremos contar contigo. ―Por ...