1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... pensamientos, inclinó la cabeza. Elobjeto de su adoración exhalaba un perfume difícil de definir. Depositó sus húmedos labiossobre su extremo superior, cubrió con su adorable boca el pequeño orificio, y luego besóardientemente el reluciente miembro.—¿Cómo se llama ese fluido? —preguntó Montse Fernández, alzando una vez más su lindo rostro.—--Tiene varios nombres —replicó el santo varón—. Depende de la clase social a laque pertenezca la persona que lo menciona. Pero entre nosotros, hija mía, lo llamaremosleche.—¿Leche? —repitió Montse Fernández inocentemente, dejando escapar el erótico vocablo porentre sus dulces labios, con una unción que en aquellas circunstancias resultaba natural.—Sí, hija mía, la palabra es leche. Por lo menos así quisiera que lo llamaras tú. Yenseguida te inundaré con esta esencia tan preciosa.—¿Cómo tengo que recibirla? —preguntó Montse Fernández, pensando en Carlos, y en latremenda diferencia relativa entre su instrumento y el gigantesco pene que en aquellosinstantes tenía ante sí.—Hay varios modos para ello, todos los cuales tienes que aprender. Pero ahora noestamos bien acomodados para el principal de los actos del rito venéreo, la copulaciónpermitida de la que ya hemos hablado. Por consiguiente debemos sustituirlo por otro mediomás sencillo, así que en lugar de que descargue esta esencia llamada leche en el interior detu cuerpo, teniendo en cuenta que la suma estrechez de tu hendidura provocaría que fluyeracon extrema abundancia, empezaremos con ...
    ... la fricción por medio de tus obedientes dedos,hasta que llegue el momento en que se aproximen los espasmos que acompañan a laemisión. Llegado el instante, a una señal mía tomarás entre tus labios lo más que quepa enellos de la cabeza de este objeto. hasta que, expelida la última gota, me retire satisfecho,por lo menos temporalmente.Montse Fernández, cuyo lujurioso instinto le había permitido disfrutar la descripción hecha por elconfesor, y que estaba tan ansiosa como él mismo por llevar a cumplimiento el atrevidoprograma, manifestó rápidamente su voluntad de complacer.Ambrosio colocó una vez más su enorme pene en manos de Montse Fernández.Excitada tanto por la vista como por el contacto de tan notable objeto, que tenía asidoentre ambas manos con verdadero deleite, la joven se dio a cosquillear, frotar y exprimir elenorme y tieso miembro, de manera que proporcionaba al licencioso cura el mayor de losgoces.No contenta con friccionarlo con sus delicados dedos, Montse Fernández, dejando escaparpalabras de devoción y satisfacción, llevó la espumeante cabeza a sus rosados labios, y la 18 de 107introdujo hasta donde le fue posible, con la esperanza de provocar con sus toques y con lassuaves caricias de su lengua la deliciosa eyaculación que debía sobrevenir.Esto era más de lo que el santo varón había esperado, ya que nunca supuso que iba aencontrar una discípula tan bien dispuesta para el irregular ataque que había propuesto.Despertadas al máximo sus sensaciones por el delicioso ...
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