1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... ¡Qué placer me ha provocado! Y a usted, padre mío, ¿no le he proporcionadoel preciado alivio que necesitaba?El padre Ambrosio, demasiado agitado para poder contestar, atrajo a la gentilmuchacha hacia sus brazos, y comprimiendo sus chorreantes labios los cubrió conhúmedos besos de gratitud y de placer.Transcurrió un cuarto de hora en reposo tranquilo, que ningún signo de turbaciónexterior vino a interrumpir.La puerta estaba bajo cerrojo, y el padre había escogido bien el momento.Mientras tanto Montse Fernández, terriblemente excitada por la escena que hemos tratado dedescribir, había concebido el extravagante deseo de que el rígido miembro de Ambrosiorealizara con ella misma la operación que había sufrido con el arma de moderadasproporciones de Carlos.Pasando sus brazos en torno al robusto cuello de su confesor, le susurró tiernaspalabras de invitación, observando, al hacerlo, el efecto que causaban en el instrumentoque adquiría ya rigidez entre sus piernas.—Me dijisteis que la estrechez de esta hendidura —y Montse Fernández colocó la ancha mano deél sobre la misma, presionándola luego suavemente— os haría descargar una abundantecantidad de leche que poseéis. ¿Por qué no he de poder, padre mío, sentirla derramarsedentro de mi cuerpo por la punta de esta cosa roja?Era evidente lo mucho que la hermosura de la joven Montse Fernández, así como la inocencia eingenuidad de su carácter, inflamaban el natural ya de por sí sensual del sacerdote. Sabersetriunfador, tenerla ...
    ... absolutamente impotente entre sus manos, la delicadeza y refinamientode la muchacha, todo ello conspiraba al máximo para despertar sus licenciosos instintos ydesenfrenados deseos. Era suya, suya para gozarla a voluntad, suya para satisfacercualquier capricho de su terrible lujuria, y estaba lista a entregarse a la más desenfrenadasensualidad.—¡Por Dios, esto es demasiado! —exclamó Ambrosio, cuya lujuria, de nuevoencendida, volvía a asaltarle violentamente ante tal solicitud—. Dulce muchachita, nosabes lo que pides. La desproporción es terrible, y sufrirás demasiado al intentarlo.—Lo soportaré todo —replicó Montse Fernández— con tal de poder sentir esta cosa terribledentro de mí, y gustar de los chorros de leche.—¡Santa madre de Dios! Es demasiado para ti, Montse Fernández. No tienes idea de las medidasde esta máquina, una vez hinchada, adorable criatura, nadarían en un océano de lechecaliente. 20 de 107—-Oh padrecito! ¡Qué dicha celestial!—Desnúdate, Montse Fernández. Quitate todo lo que pueda entorpecer nuestros movimientos, quete prometo serán en extremo violentos.Cumpliendo la orden, Montse Fernández se despojó rápidamente de sus vestidos, y buscandocomplacer a su confesor con la plena exhibición de sus encantos, a fin de que su miembrose alargara en proporción a lo que ella mostrara de sus desnudeces, se despojó de hasta lamás mínima prenda interior, para quedar tal como vino al mundo.El padre Ambrosio quedó atónito ante la contemplación de los encantos que seofrecían a su vista. La ...
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