1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... la que la hermosa Julia Delmonthabía de perder el codiciado tesoro que con tanta avidez se solicita por una parte, y tanirreflexivamente se pierde por otra. 77 de 107Era todavía temprano cuando Montse Fernández oyó sus pasos en las escaleras, y no bienestuvieron juntas cuando un millar de agradables temas de charla dieron pábulo a tinaconversación animada, hasta que Julia advirtió que habla algo que Montse Fernández se reservaba. Enefecto, su hablar animoso no era sino una mas-cara quc escondía algo que se mostrabarenuente a confiar a su compañera.—Adivino que tienes algo qué decirme, Montse Fernández; algo que todavía no me dices, aunquedeseas hacerlo. ¿De qué se trata. Montse Fernández?—¿No lo adivinas? —preguntó ésta, con una maliciosa sonrisa que jugueteabaalrededor de los hoyuelos que se formaban junto a las comisuras de sus rojos labios.—¿Será algo relacionado con el padre Ambrosio? —preguntó Julia—. ¡Oh, me sientotan terriblemente culpable y apenada cuando le veo ahora, no obstante que él me dijo queno había malicia en lo que hizo!—No la había, de eso puedes estar segura. Pero, ¿qué fue lo que hizo?—¡Oh, si te contara! Me dijo unas cosas.., y luego pasó su brazo en torno a mi cinturay me besó hasta casi quitarme el aliento.—¿Y luego? —preguntó Montse Fernández.—¡Qué quieres que te diga, querida! Dijo e hizo mil cosas, ¡hasta llequé a pensar queiba a perder la razón!—Dime algunas de ellas, cuando menos.—Bueno, pues después de haberme besado tan fuertemente, metió sus ...
    ... manos pordebajo de mis ropas y jugueteó con mis pies y con mis medias.., y luego deslizó su manomás arriba.., hasta que creí que me iba a desvanecer.— ¡Ah, picaruela! Estoy segura que en todo momento te gustaron sus caricias.—Claro que si. ¿Cómo podría ser de otro modo? Me hizo sentir lo que nunca anteshabía sentido en toda mi vida.—Vamos, Julia, eso no fue todo. No se detuvo ahí, tú lo sabes.—¡Oh, no, claro que no! Pero no puedo hablarte de lo que hizo después.—¡Déjate de niñerías! —exclamó Montse Fernández, simulando estar m*****a por la reticencia desu amiga—. ¿Por qué no me lo confiesas todo?—Supongo que no tiene remedio, pero parecía tan escandaloso, y era todo tan nuevopara mí, y sin embargo tan sin malicia... Después de haberme hecho sentir que moría porefecto de un delicioso estremecimiento provocado con sus dedos, de repente tomó mi manocon la suya y la posó sobre algo que tenía él, y que parecía como el brazo de un niño. Meinvitó a agarrarlo estrechamente. Hice lo que me indicaba, y luego miré hacía abajo y viuna cosa roja, de piel completamente blanca y con venas azules, con una curiosa puntaredonda color púrpura, parecida a una ciruela. Después me di cuenta de que aquella cosasalía entre sus piernas, y que estaba cubierta en su base por una gran mata de pelo negro yrizado.Julia dudó un instante.—Sigue —le dijo Montse Fernández, alentándola.—Pues bien; mantuvo mi mano sobre ella e hizo que la frotara una y otra vez. ¡Eratan larga, estaba tan rígida y tan caliente! 78 ...
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