1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... sustancia caliente quearrojaba dentro de mí. ¡Oh!—Entonces, querida, comenzaste a sentir la fricción en tu sensible cosita, y lacaliente leche del padre Ambrosio brotó a chorros, cubriéndolo todo.—Si, así fue, y todavía me siento inundada cuando lo hace.—¡Silencio! ¿No oíste?Ambas muchachas se levantaron y se pusieron a escuchar. Montse Fernández, más habituada a lascaracterísticas de su alcoba de lo que pudiera estarlo Julia, concentró su atención en laventana. En el momento de hacerlo el postigo cedió gradualmente, y apareció la cabeza deun hombre.Julia descubrió también al aparecido y estuvo a punto de gritar, pero Montse Fernández le hizo unaseña para que guardara silencio.—¡Chist! No te alarmes —susurró Montse Fernández—. No nos quiere comer; sólo que esindebido m*****arle a una de tan cruel manera.—¿Qué quiere? —preguntó Julia, semiescondiendo su linda cabeza entre sus prendasde dormir, pero sin dejar de observar con ojo atento al intruso.Durante esta breve conversación el hombre se estuvo preparando para entrar en laalcoba, y habiendo ya abierto lo bastante la ventana para poder hacerlo, deslizó su ampliahumanidad al través de la abertura. Al poner pie en el piso de la habitación quedaron aldescubierto la voluminosa figura y las feas facciones del sensual padre David Brown.—¡Madre santa, un cura! —exclamó la joven huésped de Montse Fernández—. ¡Y bien gordo porcierto! ¡Oh Montse Fernández! ¿Qué quiere?—Pronto lo sabremos —susurró la otra. 103 de 107Entretanto David ...
    ... Brown se había aproximado a la cama.—¿Qué? ¿Será posible? ¿Un doble agasajo? —exclamó él—. ¡ Encantadora Montse Fernández! Esrealmente un placer inesperado.—¡Qué vergüenza, padre David Brown!Julia había desaparecido bajo las ropas de la cama.En dos minutos se despojó el cura de sus vestimentas, y sin esperar a que se leinvitara a hacerlo, se lanzó como rayo sobre la cama.—¡Oh! —gritó Julia—. ¡Me está tentando!— ¡Ah, sí! Las dos seremos bien manoseadas, te lo aseguro—murmuró Montse Fernández al sentir la enorme arma de David Brown presionando su espalda—.¡Que vergonzoso comportamiento el de usted, al entrar sin nuestro permiso!—En tal caso, ¿puedo entrar, preciosidad? —repuso el cura, al tiempo que ponía enmanos de Montse Fernández su tieso instrumento.—Puede quedarse, puesto que ya está dentro.—Gracias —murmuro David Brown, apartando las piernas de Montse Fernández e insertando laenorme cabeza de su pene entre ellas.Montse Fernández sintió la estocada, y mecánicamente pasó sus brazos en torno al dorso de Julia.David Brown empujó de nuevo, pero Montse Fernández se escabulló de un brinco. Se levantó, yapartando las ropas de la cama dejó al descubierto el peludo cuerpo del sacerdote y lagentil figura de su compañera.Julia se volvió instintivamente y se encontró con que, apuntando en línea recta a sunariz, se enderezaba el rígido pene del buen padre, que parecía próximo a estallar a causade la lujuria despertada en su poseedor por la compañía en que se encontraba.—Tiéntalo —susurró ...
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