1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... de frescura y belleza infinitas; una mente de llameante sensualidad convertidapor el accidental curso de los acontecimientos en un activo volcán de lujuria.Muy bien hubiera podido exclamar con el poeta de la antigüedad: ‘¡Oh, Moisés!”, ocomo el más práctico descendiente del patriarca: “¡Por las barbas del profeta!”No es necesario hablar del cambio que se produjo en Montse Fernández después de lasexperiencias relatadas. Eran del todo evidentes en su porte y su conducta.Lo que pasó con su juvenil amante, lamas me he preocupado por averiguarlo, perome inclino a creer que el padre Ambrosio no permanecía al margen de esos gustosirregulares que tan ampliamente le han sido atribuidos a su orden, y que también elmuchacho se vio inducido poco a poco, al igual que su joven amiga, a darle satisfacción alos insensatos deseos del sacerdote.Pero volvamos a mis observaciones directas en lo que concierne a la linda Montse Fernández.Si bien a una pulga no le es posible sonrojarse, sí puede observar, y me impuse laobligación de encomendar a la pluma y a la tinta la descripción de todos los pasajesamatorios que consideré pudieran tener interés para los buscadores de la verdad. Podemosescribir —por lo menos puede hacerlo esta pulga, pues de otro modo estas s noestarían bajo los ojos del lector— y eso basta.Transcurrieron varios días antes de que Montse Fernández encontrara la oportunidad de volver avisitar a su clerical admirador, pero al fin se presentó la ocasión, y ni qué decir tiene ...
    ... queella la aprovechó de inmediato.Había encontrado el medio de hacerle saber a Ambrosio que se proponía visitarlo, yen consecuencia el astuto individuo pudo disponer de antemano las cosas para recibir a sulinda huésped como la vez anterior.Tan pronto como Montse Fernández se encontró a solas con su seductor se arrojó en sus brazos, yapresando su gran humanidad contra su frágil cuerpo le prodigó las más tiernas caricias.Ambrosio no se hizo rogar para devolver todo el calor de su abrazo, y así sucedió quela pareja se encontró de inmediato entregada a un intercambio de cálidos besos, yreclinada, cara a cara, sobre el cofre acojinado a que aludimos anteriormente.Pero Montse Fernández no iba a conformarse con besos solamente; deseaba algo más sólido, porexperiencia sabía que el padre podía proporcionárselo.Ambrosio no estaba menos excitado. Su sangre afluía rápidamente, sus negros ojosllameaban por efecto de una lujuria incontrolable, y la protuberancia que podía observarseen su hábito denunciaba a las claras el estado de sus sentidos. 24 de 107Montse Fernández advirtió la situación: ni sus miradas ansiosas, ni su evidente erección, que elpadre no se preocupaba por disimular, podían escapársele. Pero pensó en avivarmayormente su deseo, antes que en apaciguarlo.Sin embargo, pronto demostró Ambrosio que no requería incentivos mayores, ydeliberadamente exhibió su arma, bárbaramente dilatada en forma tal, que su sola vistadespertó deseos frenéticos en Montse Fernández. En cualquiera otra ...
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