LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ
Fecha: 07/03/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Sexo Duro
Voyerismo
Autor: reininblack, Fuente: xHamster
... estate ya quieto, padre —susurró el hijo—. Déjale ver a la señorita tu macana.Dicho esto alzó la camisa, y exhibió a la vista de Montse Fernández un miembro tremendamenteerecto, con una cabeza ancha como una ciruela, muy roja y gruesa, pero no de tamaño muyfuera de lo común. Se encorvaba considerablemente hacia arriba, y la cabeza, dividida ensu mitad por la tirantez del frenillo, se inclinaba mucho más hacia su velludo vientre. Elarma era sumamente gruesa, bastante aplastada y tremendamente hinchada.La joven sintió el hormigueo de la sangre a la vista de aquel miembro. La nuez eratan grande como un huevo, regordeta, de color púrpura, y despedía un fuerte olor. Elmuchacho hizo que se acercara, y que con su blanca manecita lo apretara.—¿No le dije que era mayor que el mío? -siguió diciendo el jovenzuelo—. Véalo, elmío ni siquiera se aproxima en tamaño al de mi padre.Montse Fernández se volvió. El muchacho había abierto sus pantalones para dejar totalmente a lavista su formidable pene. Estaba en lo cierto: no podía compararse en tamaño con el delpadre.El mayor de los dos agarró a Montse Fernández por la cintura. También Tim intentó hacerlo, asícomo meter sus manos por debajo de sus ropas. Entrambos la zarandearon de un lado aotro, hasta que un repentino empujón la hizo caer sobre el heno. Su falda no tardó en volarhacia arriba. 74 de 107El vestido de Montse Fernández era ligero y amplio, y la muchacha no llevaba calzones. Tanpronto vio la pareja de hombres sus bien torneadas y ...
... blancas piernas, que dando unresoplido se arrojaron ambos a un tiempo sobre ella. Siguió una lucha en la que el padre,de más peso y más fuerte que el muchacho, llevó la ventaja. Sus calzones estaban caídoshasta los talones y su grande y grueso carajo llegaba muy cerca del ombligo de Montse Fernández. Estase abrió de piernas, ansiosa de probarlo.Pasó su mano por debajo y lo encontró caliente como la lumbre, y tan duro como unabarra de hierro. El hombre, que malinterpretó sus propósitos, apartó con rudeza su mano, ysin ayuda colocó la punta de su pene sobre los rojos labios del sexo de Montse Fernández. Esta abrió lomás que pudo sus juveniles miembros, y el campesino consiguió con varias estocadasalojarlo hasta la mitad.Llegado este momento se vio abrumado por la excitación y dejó escapar un terribletorrente de fluido sumamente espeso. Descargó con violencia y, al tiempo de hacerlo, seintrodujo dentro de ella hasta que la gran cabeza dio contra su matriz, en el interior de lacual virtió parte de su semen.Me estás matando! —gritó la muchacha, medio sofocada—. ¿Qué es esto quederramas en mi interior?—Es la leche, eso es lo que es —observó Tim, que se había agachado para deleitarsecon la contemplación del espectáculo—. ¿No te dije que era bueno para joder?Montse Fernández pensó que el hombre la soltaría, y que le permitiría levantarse, pero estabaequivocada. El largo miembro, que en aquellos momentos se insertaba hasta lo más hondode su ser, engrosaba y se envaraba mucho más que ...