Entre-acto: Moribunda
Fecha: 10/03/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos
... A-3 pero el calor, mucho calor, y esos cúmulos me dijeron que habría tormenta, algunos empezaban a oscurecerse, y me detuve en una gran sombra cerca de una fuente con tres caños, el agua que llevaba en la botella podía servir de primer plato, un caldo. El agua increíblemente estaba bastante fría, y me quedé en la sombra para enfriarnos, el coche y yo, pero, detrás de mi escuché voces, mujeres hablando entre ellas, había un desvío un poco más lejos, algún pueblo pensé, vendrían a por agua y en efecto, tres mujeres, monjas para más detalle, vestían de gris y con la cabeza cubierta y la tela era de un tono más oscura, cada una llevaba un depósito de plástico, pensé que lleno le iba a pesar más que sus ocultos pecados. Tras el saludo educado de buenas tardes, llenaron los depósitos y una a una con la ayuda de las otras dos, se cargaron los depósitos al hombro, encorvaron sus cuerpos y pasaron por delante de mí y de mi coche, una de ellas se detuvo, miró el coche y luego se volvió mirándome a mí, con mucha dificultad dejó el depósito en tierra y me habló. -Señor, podría llevarnos en su coche, vamos muy cerca, pesa mucho, pero lo peor es ests sol y calor, el señor se lo pagará. Jugaba con ventaja, sabía que no podía negarme y asentí, las otras dos esperaron a que yo cargara con sus bidones. Mi equipaje era una pequeña maleta, la mochila del equipo y el maletín de trabajo. Dos bidones en el maletero y otro en el asiento delantero, ellas tres detrás, su pusieron el cinturón y me ...
... sonrieron, ignoraban mis pensamientos, evite la sonrisa, me dije de ponerlas a trabajar en un camino poco transitado y con menos ropa. Y no me engañaron del todo, me dije que eran empleadas como burras de carga, la distancia era de 1.300 metros según el contador, aunque el camino era a través de un bosque de pinos, casi siempre sombra. Era un convento junto a una ermita, una de ellas se bajó y las otras dos se quedaron dentro, nuestra conversación en ese corto espacio de tiempo fue lo de siempre, que esperaba en la fuente, hablaba de los caminos del señor, su dios. Yo evitaba respuestas arriesgadas y dije que llevaba muchas horas conduciendo, mentí por decir algo. Una de ellas no abrió la boca para nada, miraba el paisaje. Entramos en una plazoleta y me indicaron la zona de pequeño muelle, allí estaba la cocina. Vi a un tipo con mono azul trabajando en una tubería de entrada, una rotura y el charco con arena era una evidencia. No dejé que cargaran y yo las deposité en el muelle, pero al otro lado, es decir en el muelle no había nadie, pregunté y me dijeron que debía llevarlas a la cocina, esa agua era necesario para la cena. Y cargué con bidones hasta la cocina, hice tres viajes, era absurdo romperse las manos y la espalda, y cuando me despedía de las tres burras de carga, entró andando muy deprisa una mandona, era la jefa de todas ellas, la madre abadesa que no lo era, esto no era una abadía, pero recordé un fragmento de una canción infantil, solo recuerdo esto “...Menos la ...